Opinión
Nos fuimos al mar...
El mundo es agua y me atraen sus manifestaciones. Al principio me fascinaba el pasar bravío del río Milagro por las laderas del bosque lleno de mangos, nigüitos y pomarrosas. Me encantaba lanzarme desde las ramas de los árboles, queriendo perfeccionar la zambullida. Ahora que han pasado los años busqué el mar y despedimos el año en un bote disfrutando del vaivén de las olas en medio del sol y el agua, con música moderna de fondo.
Pasé en familia disfrutando las travesuras de niños y jóvenes, con quienes nos lanzamos al mar. Tengo un nieto que puede matar de nervios a su madre. Tiene 6 años y le dijeron que no se lance y se lanzó al mar, claro con boya. Su madre casi se desmaya y tuve que darle respiración asistida. Y eso que no vio cuando el nieto más grande lo lanzó desde la proa. Yo lo vi cómo cruzó como una saeta, pero me hice el bobo porque yo a esa edad era peor...
Luego, a las orillas del mar. Mis nietos creían que no sabía nadar... Aproveché las excitantes olas con una nieta bellísima como salvavidas y un hijo grandote como guardaespaldas, me hacía como que me ahogaba para que me acaricien... Lo malo es que faltó el choclo con queso, el maní, el arroz con cazuela, los helados de cono, los cebiches, una orgía de alimentos para una indigestión... Todo bello, y olvidamos las cotidianas utopías que nos inventamos los adultos en nuestros delirios. Por Dr. Alexander Cajas S.