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Opinión

Día del Padre

Como el buen agricultor que prepara el suelo, para que sus semillas nos den las mejores y abundantes cosechas a corto o mediano plazo

Hoy, tercer domingo de junio, como de costumbre y menos por convicción se celebrara el Día del Padre. Esta festividad, inventada en Estados Unidos hace más de cien años, es el perfecto pretexto para la reunión familiar, pero con todos los cuidados por la pandemia del coronavirus, pero también debería ser la oportunidad para la reflexión del rol del progenitor en la actualidad.

Durante décadas, la figura paterna se ha asociado principalmente al ejercicio de la autoridad, y el bienestar económico del hogar y dejó a la madre el papel de cariñosa cuidadora, organizadora de la casa y cuidadora de los hijos, cuando es mejor contar con la imagen de un padre sano, empático, tolerante, respetuoso con su familia, atento, que no discrimine, que eduque con el ejemplo y que no construya barreras para diferenciar a sus hijos.

No es mejor padre el más gritón, tampoco el que menosprecia o ataca los diversos criterios de los integrantes de su familia, solo por no estar de acuerdo. Para ser un buen padre es necesario ser un gran ser humano. Se predica con el ejemplo.

El título de padre no es endosable ni se lo puede dar a cualquiera. Es una mención de honor que con mucho sacrificio y esfuerzo se lo trabaja día a día y en un momento de la misma se verá reflejado con el buen accionar de los hijos en sociedad. Como el buen agricultor que prepara el suelo, para que sus semillas nos den las mejores y abundantes cosechas a corto o mediano plazo.