Editorial: Un año de esperanza
A las doce de la noche del jueves concluyó, tras 365 días de temor y graves consecuencias, con más de un millón de víctimas mortales en el mundo por culpa del COVID-19, el 2020 que, por las causas anotadas, no será de recuerdo grato para una humanidad que en el pasado soportó millones de fallecimientos con la temible ‘peste negra’ que acabó con la mitad de la población europea del siglo XIV (entre 1346 y 1347) y la ‘gripe española’ que ocurrió después de la Primera Guerra Mundial.
Tenemos la esperanza de que con las vacunas para combatir la pandemia que han producido los laboratorios de EE. UU., Rusia, China, Alemania e Inglaterra, sobre todo, se podrá poner punto final a esta peste que se inició en Wuhan y que se extendió por todo el planeta. Ya se han iniciado las vacunaciones masivas en algunos países esperándose el más positivo de los resultados.
En nuestro país tuvimos que suprimir, para evitar inhalaciones de humo que afectan a las vías respiratorias, las quemas de los monigotes en los lugares públicos, que es una costumbre que se arrastra desde hace muchos años en la población ecuatoriana. Asimismo se evitaron las celebraciones colectivas de fin de año que pudieran provocar los contagios.