Exclusivo
Opinión

Editorial: El botín de la politiquería

La corrupción en las empresas públicas de Ecuador es un problema estructural que sigue vigente

La corrupción en las empresas públicas no es un hallazgo nuevo. Es una llaga abierta que el país arrastra desde hace décadas. Lo que indigna es que siga supurando, sin que nadie se atreva a cortar de raíz el problema. Hoy, Ecuador vive una crisis de confianza institucional, y gran parte de esa descomposición viene del manejo turbio, opaco y complaciente de las entidades estatales.

Se habla de ‘rescatar’ las empresas públicas. ¿Rescatarlas de qué? ¿De la politiquería que las convirtió en botines? ¿Del clientelismo que las volvió ineficientes? Si el actual Gobierno realmente quiere empezar por algo serio, que comience por auditar las pólizas de seguros que pagan estas instituciones.

Petroecuador es el mejor (o peor) ejemplo. Una empresa clave para la economía nacional que ha operado durante años bajo una serie de señalamientos de corrupción, con informes de la Contraloría, pero nadie ha puesto ni un dedo en esta llaga para ver cuánta pus sacan.

No hacen falta reformas constitucionales ni grandes discursos. Basta con voluntad política. Pero ese es justamente el recurso más escaso en este país: voluntad para enfrentar a los intocables, para limpiar la podredumbre que se esconde tras los logos estatales y los escritorios llenos de sellos.