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Opinión

Editorial: ¡Constituyente con reglas claras!

El respeto a la ley en Ecuador no puede ser selectivo. Una nueva Constitución requiere consulta popular, no atajos ni discursos convenientes

En el debate político ecuatoriano es común escuchar fervorosos llamados al respeto de la ley. Y claro, ese respeto es un pilar esencial de toda sociedad civilizada. Pero, con demasiada frecuencia, quienes lo proclaman lo abandonan cuando les resulta incómodo. Esa incoherencia (esa hipocresía pública) erosiona la confianza ciudadana.

Un ejemplo claro es la tesis de que, por haber propuesto en campaña una Asamblea Constituyente, el presidente ya tendría autorización para convocarla. Pero la Constitución es categórica: una Constituyente solo puede instalarse mediante una consulta popular expresa. Esa consulta, hasta ahora, no ha ocurrido.

Peor aún es la idea de que el texto resultante de dicha Asamblea podría entrar en vigor sin nueva votación. Eso contraviene lo que dispone la carta magna actual, que exige la aprobación popular.

Si el Gobierno considera necesaria una nueva Constitución, debe proponerla por los canales que la ley establece. Lo que el país necesita es claridad en los argumentos y, sobre todo, respeto al marco jurídico. No se puede invocar la voluntad popular como pretexto para violar las normas. La democracia no se sostiene con atajos, sino con principios.