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Opinión

Editorial: No cuesta nada obedecer

Somos tercos, no hay que darle vueltas. Horas antes del inicio del feriado de carnaval, las autoridades advirtieron de que nada de piscinas en las calles, pero igual hubo ciudadanos que desde muy temprano, ya las habían repletado con agua para dar rienda suelta a su farra acuática, con el pretexto de divertir a sus niños.

Este tipo de relajamiento a las medidas de bioseguridad, advertida hace algún tiempo por los epidemiólogos nacionales, nos pondría frente a un triste y repetido escenario: las muertes de familiares y amigos por la COVID-19. Lamentablemente la jornada de elecciones presidenciales del 7 de febrero y a semana siguiente el largo feriado de carnaval, ha conspirado de cierta forma para que los contagios puedan aumentar.

Pero como a muchos les encanta ir a contracorriente de las disposiciones de las autoridades de salud, ya tenemos los primeros resultados de la desobediencia: piscinas desmontadas en la vía pública en el Guasmo sur y suburbio de Guayaquil, por personal de Justicia y Vigilancia del Municipio.

Damos dos pasos, pero retrocedemos una cuadra. Dejemos esa cultura del ‘sabido’ del barrio, el más ‘bacán’ no es el que se burla de las disposiciones, sino el que cuida de su salud y la de su familia.