Exclusivo
Opinión
Editorial: Ecuador: tierra de balas perdidas
Distraerse, ir a la tienda, trabajar, caminar por la calle, se ha convertido en una ruleta rusa
La masacre en Playas, Guayas, donde sujetos armados asesinaron a cerca de diez personas, vuelve a evidenciar que en Ecuador la violencia ya no distingue a nadie. Según las primeras versiones, los atacantes buscaban a un individuo en específico. El resto, dicen, fueron víctimas colaterales. Una expresión fría, casi técnica, para describir la tragedia de morir por error en un país que no protege a su gente.
En este Ecuador desbordado por el crimen, nadie está a salvo. Distraerse, ir a la tienda, trabajar, caminar por la calle, se ha convertido en una ruleta rusa. El Estado llega tarde, si es que llega. Y cuando lo hace, lo hace con comunicados, no con justicia.
¿Qué consuelo queda para las familias? Ninguno. No hay investigaciones eficaces ni respuestas claras. No hay justicia ni siquiera para las lágrimas. Solo queda el dolor, la indignación y el temor de ser el próximo nombre en la lista.
No se puede seguir hablando de víctimas colaterales como si fueran daños menores. Cada una era una vida, una historia. El país no necesita más discursos, necesita acción real. Porque la inseguridad ya no está tocando la puerta: la tumbó hace rato. Y mientras no haya justicia, el duelo se vuelve eterno.