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Opinión

Editorial: Indolentes con la movilidad ciudadana

Caminar por las aceras de ciudades como Guayaquil y Quito se ha convertido en una suerte de deporte extremo. Postes, cajas de servicios básicos sobresalidas, vallas, huecos, veredas altas o con desniveles de hasta medio metro, rampas mal construidas o demasiado empinadas o, simplemente, mesas y sillas de cualquier restaurante obligan a los ciudadanos a transitar por la calle, con el riesgo de ser atropellados.

El problema es tan común que las autoridades parecen haberlo tomado como algo normal. Mientras el peatón, en especial aquellos con movilidad reducida, exponen su salud y su vida con algo tan simple como caminar por las calles.