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Opinión

Editorial: La interminable crisis de Ecuador

Cuando los ecuatorianos creen que lo han visto todo y que nada más los puede sorprender, aparecen casos de nepotismo en el Municipio de Guayaquil, apagones de tres y hasta siete horas, funcionarios acusados de supuesto sabotaje en el sector eléctrico, hidroeléctricas secas y más. Todo un escenario apocalíptico a las puertas de volver a las urnas este domingo para decidir sobre reformas legales y cambios a la Constitución.

Ecuador está colapsando. Retrocede y vuelve a estar al borde del precipicio. Y sus ciudadanos también lo están, porque cuando parece que el país se encamina hacia una dirección que le permitirá encontrar crecimiento, productividad, seguridad, generación de empleo y desarrollo social, surgen trabas, como enormes rocas, que estancan el avance y sumergen a la población en la incertidumbre y el caos.

Y esas trabas son generadas, en su gran mayoría, por la inoperancia de los funcionarios que están al frente de situaciones delicadas como la actual crisis energética que atraviesa el país. Gente carente de liderazgo y de empatía, a la que no le importa que el pueblo cargue siempre con las consecuencias de sus malos y torpes actos.

Los ecuatorianos están hasta la coronilla de no poder vivir con normalidad y dignamente. También de estar en medio como espectadores y únicos perjudicados de esta interminable crisis.