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Opinión

Editorial: El miedo a la prensa libre

Porque la verdad no debe depender del medio que la acomode, sino de la responsabilidad de quien debe responder por ella

Los ‘protagonistas’ de los hechos noticiosos, ya sean responsables, señalados, implicados o cualquier otro sinónimo para identificar a quienes están en el centro del cuestionamiento público, manejan ahora su propia ‘verdad’. Cuando su nombre se ve comprometido por alguna acción u omisión, suelen acudir a medios ‘amigos’ para instaurar su narrativa, evadiendo los cuestionamientos profundos y evitando confrontar los hechos. Así, imponen un relato parcial que termina perjudicando al verdadero afectado: el ciudadano.

Para ciertos políticos, funcionarios, representantes gremiales, dirigentes deportivos y otros personajes públicos, resulta más cómodo ignorar las solicitudes formales de la prensa independiente. Prefieren el silencio ante los medios rigurosos y luego aparecen en plataformas ‘amigas’, donde reciben preguntas suaves, aplausos complacientes y espacio para mostrarse como víctimas.

Este comportamiento mina el derecho a la información y debilita el rol fiscalizador de la prensa. La democracia se resiente cuando las voces autorizadas optan por monólogos en lugar de diálogos, y por escapar de la verdad en lugar de confrontarla. Rendir cuentas ante una prensa libre no es una amenaza, sino una obligación. Porque la verdad no debe depender del medio que la acomode, sino de la responsabilidad de quien debe responder por ella.

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