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Opinión

Editorial: No juguemos más a la ruleta rusa

La prevención sigue siendo la promesa olvidada que deja a pueblos enteros con miedo e incertidumbre

En Ecuador parece que solo reaccionamos cuando el volcán ya empieza a botar humo. Ahí recién salen corriendo con simulacros y planes de emergencia, como si fueran un remedio de última hora. Pero esas cosas no deberían improvisarse; tendrían que estar metidas en la rutina diaria de quienes viven cerca de esas montañas bravas. La prevención, tan mencionada en discursos, sigue siendo la promesa olvidada que deja a pueblos enteros con miedo e incertidumbre.

Nuestro país está en el famoso cinturón de fuego del Pacífico, rodeado de volcanes que no avisan mucho antes de lanzar ceniza o lava. Ya lo vivimos con el Guagua Pichincha, el Tungurahua y el Reventador, y aun así seguimos actuando como si las erupciones fueran un cuento de terror y no una posibilidad real. Prepararse no es un lujo, es una necesidad. La gente necesita información clara, capacitación constante y práctica real, no solo papeles con sellos.

Si en las zonas de riesgo se siguen levantando casas y negocios, es como jugar a la ruleta rusa con la vida. La primera regla debería ser clara: donde hay peligro, no se construye. Punto. Y esa decisión tiene que estar por encima de cualquier interés económico.

La única manera de que el miedo no se convierta en tragedia es preparándonos siempre, no solo cuando la tierra tiembla o el volcán humea.

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