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Opinión

Editorial: Nuestra mala cultura de contingencia

Las primeras lluvias por el fenómeno de El Niño ya causan estragos en algunas localidades de la Costa y Sierra del Ecuador, dejando en evidencia, una vez más, que nuestra población no se ha preparado con responsabilidad para este evento climático, y que los esfuerzos de las instituciones del Estado para prevenir su impacto han resultado pobres. Y eso que, según los expertos meteorológicos, el evento es moderado.

Las esporádicas precipitaciones desde el inicio de este año, la crisis carcelaria y posterior declaratoria de estado de excepción han desviado la atención de los ecuatorianos en las últimas semanas de esta emergencia, que fue alertada desde mediados del 2023. Sin embargo, como casi siempre sucede, se le resta la importancia debida a la prevención de esta clase de fenómenos naturales. Y cuando las trágicas consecuencias están a la vista de todos, los lamentos y señalamientos hacia los responsables no tienen mayor efecto. Es parte de la pésima cultura de contingencia que está enraizada en nuestra población, pero también en las autoridades.

Debemos esperar, entonces, que la intensidad de El Niño no aumente y que, sobre la marcha, cada uno haga su trabajo: mantener limpias las alcantarillas, cunetas, zanjas, sistema de drenaje de las vías y cruces de ríos.