Exclusivo
Opinión
Editorial: ¡Poder, prensa y honestidad!
Un gobierno honesto debería ver en la prensa independiente a su mejor aliada
En la vida cotidiana, cada quien decide a quién escuchar: al amigo que calla por temor a incomodar o a quien, sin necesidad de cercanía, se atreve a decir la verdad de forma frontal. Esa misma lógica aplica al ejercicio del poder. Un gobernante elige si rodearse de aduladores que maquillan la realidad, o de voces críticas que señalan errores, no para atacar sino para alertar.
En ese contexto, los medios de comunicación tienen una responsabilidad ineludible: no están para aplaudir al poder ni para replicar sin cuestionamientos el discurso oficial. Su rol en democracia es otro: observar, fiscalizar y contar lo que ocurre, incluso cuando incomoda.
La prensa honesta no busca enemistarse con el gobierno, ni convertirse en oposición política, como muchas veces se la acusa por el simple hecho de hacer su trabajo. Pero tampoco puede permitirse convertirse en vocera del régimen a cambio de publicidad o favores.
Un gobierno honesto debería ver en la prensa independiente a su mejor aliada. Solo cuando ambos actores comprendan la importancia de sus roles (sin necesidad de afinidad personal ni ideológica) se podrá avanzar hacia una sociedad más justa y libre de corrupción.