Exclusivo
Opinión
Editorial: Quito, la capital, también tiene miedo
Porque si seguimos por este camino, no solo vamos a perder las calles, vamos a perder el país
La inseguridad ya no es cosa de unos pocos rincones peligrosos. Lo que antes veíamos con susto en Guayaquil, Esmeraldas, Quevedo o Durán, ahora se siente en muchas ciudades de la Costa y va trepando con fuerza por todo el país. Quito, que solía ser más tranquilo, está cada vez más golpeado. ¿Han pasado últimamente por el Centro Histórico de noche? Parece ciudad fantasma. Nadie quiere salir porque el miedo al asalto o al secuestro ya no es paranoia, es rutina.
Y si alguien se atreve a visitar a un amigo o a ir a cenar por esa zona, se arriesga a que le rompan los vidrios del carro, le arranquen los retrovisores o, peor, lo encañonen. Es triste ver plazas vacías, calles oscuras y patrulleros que no se dan abasto.
El problema es claro: no se puede vivir así. No hay futuro posible cuando cada quien tiene que mirar sobre el hombro cada vez que sale a la calle. Las autoridades deben reaccionar ya, dejar de culparse entre ellas y trabajar en serio, de forma coordinada, invirtiendo tanto en seguridad como en soluciones sociales que ataquen el problema de raíz. Porque si seguimos por este camino, no solo vamos a perder las calles, vamos a perder el país. Sin seguridad no hay comercio, no hay inversión, no hay confianza, no hay vida.