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Opinión

Editorial: El reino de la bala

Por sicarios relacionados con la disputa de territorio por la droga y grupos delictivos, por ataques de la delincuencia común o simplemente debido a venganzas personales, Ecuador está viviendo lo que, desde hace algunos años ya, se ha venido instaurando poco a poco, con mucha fuerza y bajo la displicencia de las autoridades de turno: el reino de la bala.

El incremento de personal en todas las unidades investigativas policiales y la intervención en varios distritos priorizados, como Guayaquil y Durán, en la provincia de Guayas, ha sido destacado con cifras de reducciones de uno u otro delito, aunque la realidad en las calles diga otra cosa.

El robo de casi 15 mil dólares a una mujer prácticamente en la puerta de un banco, el asesinato de un policía al que intentaron robarle un arma cuando viajaba vestido de civil junto a dos compañeros y el reciente asesinato de una mujer dentro de una clínica privada de Guayaquil, donde a veces ni los mismos familiares de los pacientes pueden ingresar, son muestras de que no se puede estar seguro en ninguna parte. La delincuencia se ha tomado no solo las calles, sino que mantiene a la población en un estado de nerviosismo tal que ya no se confía en nadie.

En ese estado, el reino de las balas seguirá ganando fuerza. Acabando con la vida de inocentes. Obligándonos a encerrarnos no solo por el miedo a la COVID-19, sino por el miedo a morir, porque ‘regalar’ una bala hoy es tan fácil en Ecuador.