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Opinión

Editorial: ¡Que sea para bien nacional!

Asamblea abre la puerta al retorno de militares extranjeros para combatir el crimen que el Estado ecuatoriano no ha podido controlar

Lo que más temían los grupos criminales y sus aliados es un hecho: la Asamblea Nacional dio el primer paso para el retorno de fuerzas militares extranjeras al Ecuador. El artículo 5 de la Constitución, una de las joyas ideológicas del correísmo, pasará por una consulta popular para reformarlo o no. Y aunque el debate gira en torno a la soberanía, lo que está en juego es algo aún más urgente: recuperar un país secuestrado por las mafias.

Durante 16 años, el crimen organizado se instaló cómodamente en el territorio nacional. Y no lo hizo solo. Contó con un Estado débil, cómplice o ciego, que en nombre del ‘progresismo’ abrió las puertas a todos sin filtro, gracias a la política de ‘ciudadanía universal’ impulsada por el correísmo. Lo que en los discursos sonaba bonito terminó siendo un salvoconducto para narcos, sicarios y fugitivos internacionales.

Ahí está el caso de Dritan Rexhepi, considerado uno de los capos más peligrosos. Desde 2009 vivió y operó en el país, mientras los radares del correísmo (la extinta Senain incluida) no lo veían.

Frente a ese panorama, la presencia militar extranjera ya no es una cuestión ideológica sino práctica. El Estado perdió el control. Y cuando eso ocurre, la cooperación internacional no es una amenaza a la soberanía, sino la única tabla de salvación.