Exclusivo
Opinión

Editorial: Gobernar un país dividido

El próximo presidente de Ecuador enfrentará una crisis profunda y una Asamblea dividida que podría frenar leyes clave

Es evidente que quien asuma la presidencia enfrentará un enorme desafío, no solo por la difícil tarea de sacar al país de la crisis en la que se encuentra, sino también por tener que lidiar con una Asamblea dividida entre el oficialismo y el correísmo. Este Legislativo, con una calificación ‘turra’, tiene un historial de bloquear al Ejecutivo, lo que podría traducirse en el estancamiento de leyes clave para el bienestar del pueblo, muchas veces por odio o capricho disfrazado de oposición feroz

Sin embargo, esta ha sido la voluntad popular en las urnas y debe respetarse. Esta Legislatura de dos caras dificultará cualquier acción de fiscalización o legislación. Aunque tampoco sería ideal una Asamblea servil al Ejecutivo, pues el equilibrio de poderes es fundamental para una democracia sana. El problema es que al Pleno llegan políticos más enfocados en sus revanchas y disputas que en aprovechar sus diferencias para llegar a acuerdos que beneficien al país.

El futuro de Ecuador dependerá de la capacidad de sus líderes para superar la polarización y centrarse en soluciones que favorezcan al bienestar común. Solo con un Ejecutivo y una Asamblea dispuestos a poner al país por encima de las diferencias partidistas se podrá avanzar hacia un futuro próspero para todos.