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Opinión
Sesquicentenario de la Universidad de Guayaquil
Uno de los más grandes y prestigiosos centros universitarios del país acaba de cumplir 150 años al servicio de la juventud y de la patria.
Uno de los más grandes y prestigiosos centros universitarios del país acaba de cumplir 150 años al servicio de la juventud y de la patria. De sus aulas han surgido presidentes de la República, legisladores, alcaldes y consejeros dejando huellas imborrables en el alma cultural de la ciudad y del país.
Durante ese siglo y medio de existencia no todo ha sido fácil y en algunas ocasiones el prestigio de esa alma mater guayaquileña sufrió cuando los grupos políticos violentos pretendieron tomar su control.
Su fuerza espiritual ha superado esos graves problemas y, en varias ocasiones, ha tenido que reencontrarse con su destino extraviado por la violencia y la falta de una conducción adecuada.
Guayaquil le debe a la estatal, como se la conoce, un especial reconocimiento porque muchos dirigentes de la ciudad han surgido de sus aulas y casi siempre, salvo en esos periodos de decadencia, fueron hombres y mujeres guayaquileños de prestigio.
No es fácil dejar un saldo favorable tras 150 años de existencia. Pero lo que ocurre en la Universidad de Guayaquil es digno de resaltarse porque, a pesar de los problemas graves que ha soportado, el saldo es absolutamente positivo para quienes la contemplan y la aman.