Opinión
“Un cura que no era cura”...
El desconcierto en el que vive nuestra sociedad cada día es más alarmante. Un acto corrupto se tapa con otro más corrupto aún. Un escándalo que parece ser súper grave se reduce a la nada con uno nuevo que horroriza. No es mentira lo que se afirma aquí. Hay una verdadera descomposición social que no sabemos a dónde nos va a llevar. Los de arriba dan ejemplo de corrupción a los de abajo, y estos, como buenos alumnos, siguen esos malos ejemplos.
Se afirma con razón que la corrupción no tiene ideología ni color. Y ahora resulta que tampoco tiene hábitos. Decimos esto porque un sujeto de origen haitiano que fue separado de la iglesia se radicó en nuestra ciudad y vistió un hábito que no le correspondía para sorprender a los feligreses. Y en esas condiciones impartió comuniones, efectuó bautizos, celebró matrimonios con el mayor desparpajo del mundo.
Él apareció hace 4 años y engañó a los feligreses haciéndoles creer que era sacerdote, cuando no era tal. Se trata de un hombre estafador. Visitaba instituciones públicas y privadas para realizar confesiones y dar la comunión. Este sujeto ha cometido una serie de delitos, por lo que debe ser investigado y sancionado por nuestras leyes penales.
Lo grave del caso es que ya no hay confianza para creer ni siquiera en quienes aparecen como curas o sacerdotes, sin serlo. Como van las cosas, es imposible predecir el futuro que nos espera, si es que no nos sacudimos seriamente de la corrupción. (BLC)