Opinión
Una bomba de tiempo
Si las declaraciones de una asambleísta de Esmeraldas no son exageradas y alarmistas, la realidad de la refinería ubicada en esa provincia es verdaderamente grave, pues ha manifestado que sus habitantes se encuentran viviendo junto a una bomba de tiempo.
Esa realidad sería inaudita, pues allí no solo se habrían robado el dinero de los ecuatorianos, sino que los pondrían en una situación horrorosa. Y es deber de los actuales dirigentes de Petroecuador formular declaraciones que tranquilicen a la ciudadanía o corroborar lo dicho por la asambleísta, tomando urgentemente las medidas conducentes para evitar una hecatombe.
Por su parte, el Fiscal General ante unas afirmaciones de naturaleza tan grave debería adoptar también las medidas que le corresponden para tranquilidad de los compatriotas que, desde luego, se hallarán angustiados y temerosos.
La petición de que se designe una comisión de la Asamblea Nacional para que se traslade a la refinería a constatar su realidad no debería aceptarse, pues se trata de un problema técnico, ajeno a un ente como la Asamblea. Y si se aceptara debería estar integrada por asesores capacitados que eviten la demagogia y presenten un informe absolutamente ceñido a la realidad.