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Inundaciones en Atacames: Drama de familias afectadas por desbordamiento del río
El impacto de la inundación tras la intensa lluvia fue devastador. El agua arrasó enseres, animales y dañó cultivos
En cuestión de minutos, el río que serpentea junto al recinto La Lucha, en la parroquia La Unión, aumentó de caudal y arrastró todo lo que había a su paso, cercas, gallinas, colchones y la esperanza de sus habitantes.
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Las cifras oficiales ya no alcanzan a describir el drama que se vive en Atacames, provincia de Esmeraldas. Más de 200 viviendas han sido afectadas por el agua en las últimas 48 horas, desde la madrugada del martes 20 de mayo de 2025, cuando la lluvia caía con furia.
Escenas de devastación en comunidades
En la parroquia La Unión, donde se reportaron los mayores estragos, los pobladores aún caminan entre lodo y escombros, intentando rescatar lo que quedó.
En el recinto La Lucha, el balneario de agua dulce que antes albergaba turistas, ahora parece un lago turbio que se tragó bares, restaurantes y recuerdos. “Yo trabajaba aquí en la cocina de uno de los restaurantes. Todo se lo llevó el agua, ni las ollas quedaron”, lamenta Rosa Medina, mientras señala el punto donde antes había una pequeña pérgola de madera.
En el sector Las Brisas, las casas están con las puertas abiertas de par en par, no por hospitalidad, sino porque no hay nada que cuidar. Las familias barrieron lo poco que quedó de la inundación con resignación.
En Las Vegas, el panorama es igual de devastador. Al menos 20 casas fueron alcanzadas por la crecida del río. La gente se turna para bombear agua con baldes, mientras los niños juegan con los pies descalzos entre el barro, sin entender toda la magnitud de esta tragedia.
En algunas comunidades el acceso a alimentos se volvió un lujo. Los vecinos de La Unión, con la ayuda de líderes comunitarios, organizaron ollas comunes en los pocos espacios secos que quedan. A diario, cocinan arroz con lentejas en fogones improvisados.

El impacto en la producción agrícola
La situación es crítica también en los campos. Las fincas productoras de verde, cacao y naranjas están bajo el agua. “Yo tenía un sembrío de media hectárea con cacao listo para cosechar. Ya no queda nada, se pudrió todo”, dice con voz baja don Olmedo Cedeño, un agricultor de 63 años que ahora observa su tierra convertida en un pantano.
“Todo mi sembrío se fue. No voy a cosechar nada este año”, dice don Alfredo Jiménez, campesino de 64 años, quien ha vivido más de seis décadas en la zona y dice haber visto muchas lluvias, pero ninguna como esta.
Los animales, fuentes vitales de subsistencia para muchas familias, también fueron arrastrados por las aguas. “Se nos ahogaron cinco gallinas... Qué dolor más grande, porque eran para vender”, lamenta Víctor Angulo, mientras trata de rescatar unos sacos mojados que contienen maíz.
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