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Más de 200 docentes viven bajo amenazas y extorsiones en Esmeraldas.CORTESÍA.

"Nos están matando por educar": lo que viven docentes extorsionados en Esmeraldas

Más de 200 docentes viven bajo amenazas y extorsiones en Esmeraldas. Enseñar se ha vuelto una sentencia de muerte en medio del abandono estatal 

En Esmeraldas, ser maestro se ha convertido en una sentencia de muerte o un pacto forzado con el crimen. Lo que antes era una vocación sagrada hoy se enfrenta al miedo, a las balas y a la extorsión. Según estimaciones de la Unión Nacional de Educadores, núcleo Esmeraldas, más de 200 docentes en esta provincia han sido víctimas de amenazas, chantajes y hostigamientos sistemáticos, en una espiral de violencia que ha llegado incluso a invadir los patios escolares y a convertir los salones de clases en espacios de silencio y terror.

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Leonel Sánchez, presidente de la Unión Nacional de Educadores (UNE) en Esmeraldas, lo dice sin rodeos: “A nosotros también nos están extorsionando. Ya los maestros no escapamos de esta violencia. Han llegado a invadir incluso los predios de las instituciones educativas”. Su voz es pausada, pero cargada de frustración y rabia contenida.

La historia de la docente Bolivia Pico Holguín es solo una entre muchas. La profesora, quien residía en Timbre, fue objeto de una amenaza mortal vinculada a un terreno que poseía. “Al principio dijeron que murió, después negaron todo… pero sabemos que fue víctima de extorsión”, lamenta Sánchez. “La mafia le exigía un terreno, un bien que con tanto sacrificio había conseguido como maestra. Es una locura”, agrega Pico.

Las cifras son escalofriantes. La UNE tiene mapeados al menos 200 casos en la provincia, el 80% de ellos se sitúan en el cantón Esmeraldas. Algunos docentes han huido temporalmente, otros han abandonado la docencia por completo. Algunos, por temor a ser asesinados, han contratado reemplazos con su propio sueldo para dejar de asistir a clases mientras las amenazas cesan.

Otros, simplemente han pagado. “En una sola institución me contaron que más de 10 maestras fueron extorsionadas. Algunas pagaron, otras se fueron huyendo”, afirma Sánchez.

Él mismo no ha estado exento de este calvario. A sus 63 años y con 29 años de servicio en la docencia, recibió una llamada que no olvidará. Un mensaje enviado por un supuesto exalumno, aparentemente desde un número robado, activó la trampa. “Me dijeron que era de La Mafia, que conocían a mi familia, que tenía que colaborar. Me pedían 50 dólares semanales, 200 dólares al mes. Les dije que no tenía plata, que yo había trabajado como albañil cuando era joven, que lo que ganamos no alcanza ni para vivir”, recuerda.

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Aunque denunció el hecho en la Fiscalía, sabe que muchos colegas no lo hacen. “Si no denuncias y te matan, después dicen que tú también estabas en cosas turbias. Así de injusto es esto”.

Docentes en Esmeraldas enfrentan amenazas constantes por parte del crimen organizado.CORTESÍA.

El drama de un jubilado 

Uno de los casos más duros es el de un profesor jubilado que prefiere no revelar su nombre por temor. Tras negarse a pagar las extorsiones, le balearon la casa. Tuvo que irse a Huaquillas y regresar después de un mes con la esperanza de que la amenaza se había desvanecido. Pero no fue así. “Tuve que pagar 300 dólares para que me dejen tranquilo. Ahora vivo en otra casa, escondido. Esto no es vida para nadie”, relata el docente jubilado.

La situación, además, ha impactado directamente en el sistema educativo a escala nacional. Según Sánchez, más de 40.000 niños y jóvenes abandonaron el sistema escolar en el presente año. “Y si sumamos los tres años anteriores, ya van más de 140.000. ¿Dónde están esos jóvenes? Muchos están en manos de las bandas. Como el Estado no ofrece alternativas, las mafias los reclutan, les dan un arma, un celular, ropa, y les prometen hasta 4.000 dólares al mes”, advierte.

No es solo una tragedia laboral. Es una tragedia nacional. La extorsión a los maestros no solo los empobrece y pone en riesgo su vida, también destruye el tejido educativo de Esmeraldas, una provincia ya marcada por la exclusión y la violencia. El miedo ha silenciado aulas, desintegrado comunidades escolares, quebrado vocaciones.

La deserción escolar en Esmeraldas ha alcanzado niveles alarmantes, con más de 28,000 estudiantes abandonando las aulas en los últimos cinco años. Esta situación se debe a factores como la violencia, la pobreza extrema, y la captación de menores por parte del crimen organizado, según la organización Periodistas sin Cadenas.

Mientras tanto, la UNE se prepara para una acción nacional. El 21 de junio, sus dirigentes viajarán a Quito para exigir respuestas. “Ya esperamos demasiado. El presidente lleva 18 meses en funciones y no ha hecho nada por nosotros. Dice que prioriza la educación, pero recorta personal, no paga lo que corresponde, y permite que el crimen organice nuestras aulas”, denuncia Sánchez.

La lucha de los docentes de Esmeraldas no es solo por un salario digno, ni por mejores condiciones laborales. Es una lucha por seguir enseñando sin miedo, por seguir viviendo. Por rescatar a los jóvenes que hoy caminan al filo de la delincuencia, por defender un derecho fundamental: el de educar sin morir en el intento.

“Nos están matando por educar”, concluye Sánchez. Y su voz retumba como un eco que aún no encuentra respuesta.

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