La noche del sábado 17 de mayo de 2025, mientras jugaba cartas con unos amigos, Polo Gaibor recibió una nota de voz que lo dejó aterrorizado: le decían que se había registrado una balacera dentro de un prostíbulo de su zona y que había varios muertos.

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Él estaba a unas siete cuadras del burdel, situado en la parroquia San José del Tambo, del cantón Chillanes, en la provincia de Bolívar, y acudió al sitio, pues sabía que su sobrino, Óscar Troya, de 38 años, acostumbraba ir al lugar. Ahí, le confirmaron que él estaba entre las víctimas dentro del local.

En busca de ayuda

Polo se percató de que Óscar aún tenía signos vitales y, desesperado, buscó ayuda y, con varios vecinos, subió al herido en una camioneta. De ahí, lo trasladaron hasta el hospital del Seguro Social de Babahoyo (Los Ríos). Durante el trayecto, intentó mantener a su pariente consciente, presionando las heridas. Al llegar, los médicos confirmaron que  Óscar ya no tenía pulso.

“A eso de las seis, me pidió que lo ayudara a mover una vaca del corral al día siguiente. Era un hombre tranquilo, trabajador”, relató Polo y aseguró que su sobrino no tenía problemas con nadie. El cuerpo de Óscar, el mayor de tres hermanos, fue llevado a la morgue de Babahoyo, Los Ríos.

Además de Óscar Troya, por el ataque fallecieron Odalis Lucero Muñoz, Gilberto Chaquinga Freire, Víctor Hugo Verdezoto, además un hombre y otra mujer no identificados. Según los primeros datos policiales, las féminas llegaron al sitio con un grupo de amigos.

Testimonios del horror

Según información policial, a las 20:30 fueron alertados del hecho. Unos sujetos que habían llegado en una camioneta blanca de doble cabina, con armas largas, entraron al establecimiento y cometieron el ataque.

Personal de Criminalística levantó diez indicios balísticos, entre cartuchos de 9 milímetros y de escopeta calibre 12. Al parece, los atacantes fingieron un asalto, pero no se llevaron ninguna de las pertenencias.

Dentro del centro nocturno, una testigo relató que ella había ido al baño y escuchó que un sujeto dijo: “Esto es un asalto”, y lo siguiente fueron ráfagas de disparos. Ella se escondió debajo de la cama de una de las habitaciones.

La fémina mencionó que solo escuchaba gritos, gente corriendo, botellas cayéndose y los balazos. “Al salir del escondite vi los cuerpos en el sitio", mencionó la mujer aterrada.

Una trabajadora sexual que estaba en una habitación con un cliente también fue alcanzada por los perdigones y fue llevada al hospital Martín Icaza. A esa misma casa de salud llegaron los otros tres heridos, cuyo pronóstico es estable.

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