Con una herida en la cabeza, que requirió 20 puntos de sutura, Ulbio Pillasagua, de 46 años, no deja de pedir por la salud de sus seres queridos, y también por justicia. Él es uno de los sobrevivientes del accidente de tránsito que se produjo la noche del domingo en el sector Estero Grande, del cantón El Empalme (Guayas), en el cual fallecieron tres personas y quince quedaron heridas.

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Ulbio contó que el sábado 19 de julio de 2025  habían salido a un paseo en Montecristi (Manabí). El domingo abordaron la última unidad del día de la cooperativa Reales Tamarindos, que salió a las 18:55 desde Portoviejo, capital manabita, con destino a Quevedo (Los Ríos). Cerca de las 21:45 se produjo el accidente.

El hombre viajaba con su familia: su esposa Neiva Domínguez, su hija Adriana, su yerno Klever Anchundia, sus dos nietos de 10 meses y 3 años, además de sus otros tres hijos: Deyvi (17) y los gemelos Kevin y Emili (12), quienes también resultaron lesionados.

Ulbio recuerda con angustia los gritos en la oscuridad y la desesperación. “Vi a una mujer fallecida, creo que era la chica de Quevedo”, relató el herido.

Con ayuda de otros pasajeros sacó a su hija Adriana, quien quedó atrapada entre los hierros del vehículo que se volcó. La condición de la joven es la más crítica, pues necesita una reconstrucción facial.

Familia requiere ayuda

Sus dos nietos, que sufrieron múltiples contusiones, esperan ser trasladados a una casa de salud que atienda casos de mayor complejidad. La esposa y su yerno fueron dados de alta.

Para esta familia sobreviviente la pesadilla sigue, ya que ahora enfrentan otro desafío: la falta de recursos económicos para costear los tratamientos médicos. Ellos claman por ayuda y justicia. Esperan que los directivos de la cooperativa involucrada se hagan presentes.

Despedida de fallecidas

En este lamentable suceso perdieron la vida tres pasajeros: Rolando Javier Sánchez, Mirella Vargas Guerrero y María Beatriz Viteri León.

En un sector de Quevedo se realizó el velorio de María Beatriz Viteri León, de 33 años. Esta madre soltera había viajado para vender alimentos en un bingo, para el sustento de su familia

Edison Viteri, hermano de la occisa, denuncia que hasta el momento “nadie de la cooperativa ha venido a dar la cara”. El pariente indicó que han tenido que recurrir a préstamos para cubrir los gastos fúnebres.

En el recinto El Limón, del cantón El Empalme, estudiantes y compañeros de trabajo despidieron a otra víctima, la docente Mirella Vargas Guerrero, quien se dirigía al recinto para ir a dar sus clases en una unidad educativa, el lunes. Con globos blancos y mensajes de amor, le dieron el último adiós.

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