Las llamas consumieron parte de una vivienda en el sector del Mercado Mayorista, en el sur de Quito, la tarde del sábado 20 de septiembre de 2025. El fuego se propagó con fuerza, levantando columnas de humo que alarmaron a los vecinos y obligaron a la rápida intervención del Cuerpo de Bomberos. No era una casa cualquiera: los pasillos estrechos y el calor sofocante complicaban cada movimiento de los rescatistas.

Con mangueras desplegadas y cascos brillando bajo el reflejo del fuego, los bomberos controlaron el siniestro. Minutos después, la escena cambió de tono: mientras se realizaban labores de ventilación y remoción de escombros, los paramédicos atendieron a una persona afectada por la inhalación del humo. La víctima, con signos de intoxicación, fue colocada en una camilla para recibir asistencia prehospitalaria.

El perro que no se separó de su dueño

Fue en ese instante cuando ocurrió algo inesperado. Entre el bullicio de sirenas, luces rojas y gritos de coordinación, una imagen se robó la atención: un perro se subió a la camilla para acompañar a su dueño. El animal, tembloroso y con la mirada fija, se acomodó sobre el paciente, como si entendiera que su presencia podía dar alivio en medio de la angustia.

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Los bomberos, acostumbrados a la dureza de cada emergencia, se detuvieron un segundo ante la escena, mientras ayudaban a subir la camilla a la ambulancia.

Entre pérdidas materiales y un vínculo inquebrantable

El incendio dejó consigo humo, cenizas y daños materiales que los moradores del sector aún no logran dimensionar. Sin embargo, en medio del dolor por lo perdido, la imagen del perro fiel se convirtió en un símbolo de ternura. La fotografía de aquel instante (el dueño recibiendo oxígeno, los bomberos asistiendo y la mascota encima de la camilla) refleja que incluso en las emergencias más duras la lealtad y el cariño sobreviven a las llamas.

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Los paramédicos trasladaron al paciente hasta un hospital, mientras los bomberos continuaban removiendo restos calcinados y ventilando los espacios oscuros del inmueble. Afuera, el vecindario comentaba con asombro tanto el poder destructivo del fuego como la conmovedora escena que dejó, al parecer, a todos con un nudo en la garganta.

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