Los días de labores de oficina suelen concluir a las 17:00. Sin embargo, las jornadas con los niños no terminan jamás. Y si en algún momento usted ha recurrido a darles a sus hijos celulares o tabletas como herramienta de ‘salvación’, no se sienta culpable, pero ‘écheles un ojito’ todo el tiempo.

El psicólogo clínico Rodolfo Rojas, director del Consultorio de Atención en Psicología Clínica de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG), comenta que el uso de los aparatos electrónicos no debe ser ‘satanizado’ pero que, efectivamente, estos pueden ‘robar’ toda la atención de los menores.

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“Esta situación solo ha mutado. Antes era con los amigos en los barrios o el trompo; ahora en cambio es con un objeto más ‘peligroso’, porque con este se accede a todo tipo de contenidos”, advierte.

Por ello recomienda tener en cuenta que si las distracciones en línea les son permitidas a los niños cuando estos empiezan a llorar o incomodarse, ellos entenderán que deben recurrir a esas ‘tácticas’ para lograr tenerlos en sus manos. “Podría escalar en intensidad y volverse algo incontrolable”.

No obstante, Rojas insiste en que los padres tampoco deben ser señalados, ya que también son seres humanos que necesitan descanso. “Podrían, de hecho, buscar una actividad en línea que distraiga a ambos”, sugiere.

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