Llorar ahora es inevitable para la familia Vásquez. Una desgracia les dejó sin el sustento: su casa rentera, ubicada en la Panamericana Norte, en San Miguel del Común, en las afueras de Quito, fue devorada por un incendio. Hoy miércoles 3 de abril se cumple el quinto día de esta tragedia.

Pedro Vásquez, de 72 años, es dueño de la vivienda y tiembla solo al recordar que se quedó sin ingresos. “Lo que pido a la gente es que me ayude para construir todo nuevamente, lo que me costó con tanto esfuerzo”.

La desgracia se registró aproximadamente a las 14:00 del 31 de marzo. El predio consta de cinco departamentos y en uno de ellos residía una familia de cinco personas.

Ese día, una señora, integrante de esta familia afectada, estaba por salir cuando de repente se escuchó un estruendo. Los residentes del inmueble salieron a ver la razón del fuerte sonido y vieron que el cuarto estaba en llamas. “Había explotado un cilindro de gas. El fuego llegó al techo y en segundos empezó a extenderse las llamaradas”, contó Pedro, hijo del propietario de la casa.

Las flamas no se detenían y avanzaban vertiginosamente por el techo que tenía tirantes de madera. La familia intentó aplacar el fuego con baldes de agua y mangueras. Los moradores del barrio divisaron el humo y corrieron para auxiliar a los afectados.

“Estaban quemaditos la señora y sus dos hijos. Fueron llevados al hospital de inmediato. Su situación era delicada”, confirmó Pedro.

Entre tanto, el esfuerzo de los vecinos rindió, en parte, sus frutos porque lograron apagar el incendio. Cuando los bomberos llegaron, según la familia, hicieron labores de enfriamiento y control de lo ocurrido.

Juana Chushig, integrante de la familia dueña del inmueble, explicó que no cuentan con los recursos para retirar los escombros que se generaron tras el incendio. “La ceniza se está esparciendo con el viento y eso puede afectarnos a todos”.

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Tampoco tienen dinero para reconstruir la vivienda y así don Pedro, el mayor de todos, pueda subsistir con el arriendo. Además, están preocupados por el bienestar de la parentela que resultó quemada, ya que tampoco cuentan con platita para ayudarlos.

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