La presencia de un supuesto fantasma que estaba sentado en el borde de su cama, sorprendió a Roberto, de 27 años, cuando una noche entró a su habitación. Sin embargo, él se quedó parado porque la silueta le pareció conocida.

Tenía las facciones de su abuelito, su mejor amigo, quien falleció por COVID-19 en enero del año pasado.

Su estado anímico decayó tras la pérdida de su ser querido, con quien conversaba a menudo en la cama donde vio el supuesto espíritu.

Roberto reveló que en ocasiones deseó volver a verlo y, por aquello, cada vez que estaba desocupado recordaba las charlas que tuvieron en el cuarto de la casa donde reside con su mamá y su hermano (14), ubicada en la ciudadela Las Acacias, sur de Guayaquil.

“Yo regresaba de la calle y cuando entro al cuarto veo el fantasma que parecía mi abuelito. No supe qué hacer y solo me di la vuelta y salí del cuarto. Volví a entrar, pero ya no estaba. Esa fue la primera vez y sucedió días después de que falleció mi abuelito”, narró el joven.

Pensó que dicha escena fue producto del cansancio, pero, desde aquel momento, su tranquilidad fue perturbada. Al más mínimo ruido que escucha cuando trata de dormir salta de su cama invadido por el miedo y desesperación.

“La silueta sigue apareciendo en mi cuarto. Ahora, ya dudo que sea mi abuelito el que me visita porque me hace asustar. Se escuchan ruidos raros, como si gritaran, y se mueven las cosas. Hasta la puerta del baño y el cuarto se abren solas. Ya no puedo ni dormir”.

Alexander Medina, investigador ecuatoriano de hechos paranormales, dice que cuando alguien piensa mucho a una persona que ha fallecido, esta se puede manifestar por medio de apariciones, sueños y movimientos de objetos.

“Por lo regular, cuando suceden estos casos es porque quedó algo pendiente en la vida cotidiana, por eso es que ve sombras y tiene sueños. En este caso sería porque tuvieron una gran conexión en la vida terrenal, pero este espectro, tal vez, no entiende cuál es su objetivo porque está asustando a la persona”, explica.