Moradores de las calles Colón y la 22 no aguantaron paro en el cierre del carnaval. Aprovecharon el festejo para darse un chapuzón en las siete piscinas que instalaron en esta zona del suroeste de Guayaquil.

Aseguraron que en ningún momento les cayeron los policías para obligarlos a que desmonten las albercas. Estaban confiados en que el último día no iban a llegar los ‘pacos’ a cortarles nota.

Habitantes coincidieron en que el ‘piscinazo’ era un menor riesgo de contagio de COVID-19 “si comparamos las aglomeraciones en las playas y la venta libre de licor”.

Igual criterio compartieron los miembros de la familia Prieto, que en el portal de la casa, situada en Bolivia y la 16, instalaron una piscina confiados en que no pasaría nada.

Pese a que ya habían recibido la visita de la autoridad, varios sectores insistieron en colocar las piscinas. Es el caso del barrio de la 16 y Febres Cordero.

“Aquí estamos en familia, además son los pequeños los que más disfrutan del agua”, manifestó la moradora Karina Iñiguez, quien cuestionó a los policías que la mañana de ayer llegaron para decomisar una manguera, con el fin de evitar que llenen las piletas.

Por las redes sociales se viralizaron videos en los que muestran el desarrollo de eventos masivos musicales sin que alguna autoridad pueda impedirlos.

Uno de los programas se efectuó en el sector Cristo del Consuelo, donde incluso se observan máquinas de espuma y ‘full’ volumen.

Regreso masivo

El retorno de los turistas empezó desde las 08:00, lo que se evidenció en el incremento de la circulación vehicular, especialmente en el norte de la ciudad.

A esa hora, un mayor movimiento de pasajeros se registraba en la terminal terrestre de Guayaquil.

Diez miembros de la familia Borrero llegaron de El Carmen, Manabí. Tomaron el bus de la madrugada para evitar inconvenientes.

Mientras Lourdes Guamán retornó con sus dos hijos a Ambato. “Estuvimos una semana en Guayaquil con la familia que no veíamos desde hace cinco años”.