“Angelito, ¿por qué hiciste eso?”, cuestionó Amparo Mejía cuando encontró a su primo Ángel Campos Ortiz, de 67 años, colgado del cuello con una soga atada al techo.

La mujer descubrió el cadáver cuando le llevó el desayuno a la casita que él ocupaba en la ciudadela El Paraíso del cantón Montalvo, Los Ríos.

El jueves 24 de junio, sus vecinos y excompañeros de la piladora donde laboró llegaron al velorio consternados con la noticia.

Sus allegados lo describieron como un hombre amable y servicial. Sin embargo, muchos desconocían del severo cuadro de depresión que estaba atravesando debido a una dolencia en la columna y el repentino abandono de su familia. “Siempre pasaba sentado en la hamaca descansando y se acordaba de la hija que no lo visitaba y se ponía a llorar”, comentó la pariente.

Hace un año el hermano de Amparo le abrió las puertas de su casa para que el adulto mayor se mudara a un cuarto que construyó en el patio. Desde entonces les hizo compañía hasta que en los últimos días lo notaron algo extraño. “Se la pasaba pensativo diciendo que se quería morir porque se sentía abandonado”, sostuvo la pariente.

La hija del fallecido, de 14 años, llegó desde Balsapamba luego de enterarse de lo sucedido, pero no pudo hacerse cargo de los trámites por ser menor de edad.

Entre los vecinos del sector ‘hicieron la vaca’ para ayudar en los gastos del sepelio y darle cristiana sepultura. (TOF))