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¡Ángel, un abuelito 100/100!

El centenario es descendiente de Abdón Calderón Garaycoa, Lorenzo de Garaycoa y Francisco Xavier de Garaycoa. Tiene 68 años de casado.

Ángel Abraham Garaycoa durante el festejo por sus 100 años de vida.
Ángel Abraham Garaycoa durante el festejo por sus 100 años de vida.CHRISTIAN VASCONEZ

Los recuerdos de su infancia, adolescencia y de cómo conoció al amor de su vida están intactos. No necesita lentes para leer y su cabello apenas tiene unas contadas hebras plateadas. Él es Ángel Abraham Agustín Garaycoa Barahona, cuya vida no solo está llena de años, sino de historia.

Hoy, 11 de septiembre, día en que se conmemoran 19 años del atentado terrorista a las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos, Ángel cumple un siglo de vida.

Rodeado de sus hijos, nietos y bisnietos, este abuelito guayaquileño festeja sus 100 años. El longevo afirma que se siente más vivo que nunca y que su fortaleza es su familia, en especial su inseparable compañera de vida, Sara Elena Granizo Palacios, con quien lleva 68 años de casados y 74 de haberse conocido.

A Ángel no solo lo enorgullece ser una de las pocas personas que llega a un siglo de existencia, sino el hecho de que “hablar de los Garaycoa es hablar de una pléyade de patriotas”, afirma.

El longevo sostiene el libro que contiene la historia de sus ancestros. Junto a él, su esposa Sara Elena, dos de sus hijos, Sara María y Francisco Javier, y su bisnieto.
El longevo sostiene el libro que contiene la historia de sus ancestros. Junto a él, su esposa Sara Elena, dos de sus hijos, Sara María y Francisco Javier, y su bisnieto.CHRISTIAN VASCONEZ

Con regocijo, Sara María Garaycoa Granizo, la mayor de sus seis hijos -cuatro mujeres y dos varones-, cuenta que su padre es descendiente de Lorenzo de Garaycoa, patriota y prócer de la Independencia de Guayaquil el 9 de Octubre de 1820; Abdón Calderón Garaycoa (el ‘héroe niño’ en la Batalla del Pichincha el 24 de Mayo de 1822); y de Francisco Xavier de Garaycoa Llaguno, el primer obispo que tuvo Guayaquil en 1837.

De sus ancestros Ángel Abraham atesora sus fotografías y un libro donde se narra la historia de los Garaycoa.

Un siglo de vida no es su única virtud, también lo es el pasado histórico de sus ancestros

“Mi papá desciende de patriotas, cuyos ideales, heroísmo e influencia forjaron la génesis de la Independencia. Él es el único de la quinta generación de los Garaycoa que vive y está lúcido”, explica Sara María.

Para ella su papá siempre ha sido el reflejo de una persona trabajadora, responsable, y entregada a su hogar.

La cédula donde consta sus cien años de vida.
La cédula donde consta sus cien años de vida.Anny Bazán

“Mi padre ha tenido una vida sana, nunca fumó, en las reuniones solo se tomaba una copita”, relata.

Sara, de 66 años, afirma que el secreto para que su padre goce de salud ha sido la buena alimentación.

“No todos creen que mi papá tiene 100 años, su cabello aún luce negro y no es porque se lo haya pintado, sino porque nunca ha usado champú. Siempre repite que el champú tiene químicos y daña el cabello, solo se baña con jabón de olor”, revela.

6 hijos, 6 nietos y 7 bisnietos son la descendencia de Ángel. El único varón de cuatro hermanos, solo él sobrevive.

A sus 100 años, don Ángel Abraham solo ha sido sometido a una operación y fue hace aproximadamente una década. “Lo operamos de cataratas, veía un poquito borroso, ahora mi padre lee claramente, como uno de 20 años”, expresa Sara María, mientras su progenitor demuestra los dotes para la lectura que aún posee a su edad. Lo hace leyendo un libro que contiene la historia de sus ilustres ascendientes.

Hijos con nombres de ancestros

En honor a uno de sus ancestros, don Ángel bautizó al mayor de sus varones con los nombres de Francisco Javier Garaycoa.

“Como coincidencia mi hermano nació el mismo día que el obispo, el 4 de diciembre. En cambio las mujeres, todas nos llamamos María, porque mis padres son devotos a la Virgen”.

Don Ángel interrumpe el relato de Sara para contar que no ha olvidado que nació el 11 de septiembre de 1920, y que se casó con su amada Sara Elena un 27 de diciembre de 1952. “Mi esposa nació el 5 de septiembre de 1933. Sus padres fueron Carlos Granizo Andaluz y Aurora Palacios Oñate”, recuerda.

Rememora que el libro que contiene la historia de los Garaycoa fue elaborado por su sobrino Lorenzo Garaycoa Raffo, quien también sintió curiosidad por su nombre y sus antepasados.

En la década del 60, Ángel fue el presidente de la Liga de Colegios Católicos y secretario del Sindicato de Trabajadores.
En la década del 60, Ángel fue el presidente de la Liga de Colegios Católicos y secretario del Sindicato de Trabajadores.CHRISTIAN VASCONEZ

“Mi primo también tenía curiosidad por saber quiénes fueron nuestros ancestros y el por qué le pusieron Lorenzo, comenzó a investigar, ya que llevaba el nombre de una calle de la ciudad”, comenta Francisco Javier.

Don Ángel evoca las conversaciones que de joven mantuvo con sus padres y las enseñanzas que estos le hicieron acerca de sus predecesores. “Me decían que el apellido Garaycoa era de patriotas que sirvieron al país y les inculqué lo mismo a mis hijos”, señala.

Sara María confiesa la emoción y orgullo que sentía cuando en el colegio sus profesores le hablaban de la Batalla del Pichincha y de parte de la historia donde sus parientes fueron de trascendencia para la evolución del país.

“Mi padre siempre ha tenido como lema servir sin buscar nada a cambio. Hemos investigado en el Registro Civil y los Garaycoa son poquísimos, el apellido muere en una sola rama. En mi generación solo son dos varones”, explica.

Su único amor

Don Ángel Abraham y Sara Elena afirman que el secreto para que su matrimonio haya durado tantos años es la paciencia, la comunicación, y la entrega que tuvieron el uno para el otro y para sus hijos.

“Mi esposo era contador y mi papá, quien tenía negocios en Salinas, lo contrató para que le lleve la contabilidad. Así nos conocimos y enamoramos”.

Sara María afirma que sus padres, a pesar de sus años, no han dejado de bailar, cantar y hacer cosas juntos. “Eso es algo que admiro y me alegra. Mi papá siempre nos repite ‘no le puedo pedir más a Dios, estoy viviendo de yapa’ y le contesto y qué yapa”, afirma sonriente.