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“Aquí uno aprende a no perder la fe”
Redacción Quito
La débil voz de María retumbó entre los escombros de un centro comercial de Tarqui, Manabí, justo cuando el bombero Juan Carlos Ganchala, quien había llegado con su equipo desde Quito, recorría el lugar en busca de víctimas.
El domingo a las 10:00 “estábamos realizando la técnica de ‘llamado y escucha’, caminando sobre las losas de la parte posterior del centro comercial, mientras una persona que conocía el sitio nos acompañaba”, contó.
Aquel hombre buscaba a su hija en ese lugar y en un intento de hallarla gritó “¡Paola!”, pero inmediatamente respondieron: “¡No, soy María!”. Allí se percataron de que debajo de los escombros estaba una mujer, entre el tercer y cuarto piso, que debía ser rescatada lo más pronto posible.
Ganchala y los siete integrantes de su equipo sintieron una descarga de adrenalina. Sabían que tenían que salvar vidas y que la única opción era ‘correr contra el tiempo’.
Tras hacer una inspección, los bomberos penetraron entre los escombros, con la sensación de que era un entrenamiento más. Pero esta vez el escenario era real y aquellos aprendizajes los tenían que poner en práctica antes de que la víctima perdiera sus signos vitales.
Y lo lograron. Luego de un tiempo, la primera víctima que había sido rescatada viva del centro comercial estaba sobre los brazos de Ganchala y era atendida por Yolanda Pavón, la paramédico. En ese lapso, el bombero detalló que entablaron una conversación con la afectada.
Según relata, su equipo de trabajo ha salvado la vida de ocho personas y lamentablemente ha encontrado 81 cadáveres.
Dejó su corazón en casa
Aquella noche del sismo de 7,8 grados en la escala de Richter, el bombero disfrutaba del ‘baby shower’ que le habían preparado a su esposa, alistando la llegada de su segunda hija (ocho meses de gestación).
Sin embargo, tras el incidente, supo que debía partir inmediatamente al lugar donde sucedió el terremoto, aunque debía dejar a sus familiares, quienes desde ese momento ya no podían contar con él.
El equipo de Ganchala fue uno de los primeros en llegar el domingo (un día después del siniestro). Afirma que el panorama era desalentador. “Lo más triste es tener a familiares allí con la esperanza de que exista probabilidad de vida... Aquí uno aprende a no perder la fe, a pesar de la adversidad, y también que hay que meter ‘ñeque’ y afanarse con la posibilidad de vida”, concluyó.
“Amo lo que hago, me encanta ayudar”
El teniente Juan Carlos Ganchala ingresó al Cuerpo de Bomberos hace nueve años.
Vive en el sector de Monjas, en el Madrigal, centro de la capital.
Tiene 35 años de edad y es oriundo de Quito.
Es ingeniero en Seguridad y afirma que le gustan los deportes extremos.
“Me encanta sentir la adrenalina... Amo lo que hago, me encanta ayudar”, expresó.(ER)