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Oficio de tallar madera lo llevan en la sangre
Hace 68 años desde Puná y Santa Elena llegaron los primeros artesanos a Puerto Bolívar para hacer embarcaciones navales. Hoy unas 70 familias trabajan en este arte.
Los primeros carpinteros navales de Puerto Bolívar, en El Oro, llegaron provenientes de la isla Puná, provincia del Guayas y Santa Elena, en 1950 aproximadamente.
Se iniciaron en la actividad cuando los botes aún no existían, menos aún los motores. En ese tiempo las balandras a vela eran los medios de transporte marítimos empleados en las diferentes actividades. Esas naves tenían doble proa, es decir, terminaban en punta en cada extremo.
Los Asencio (Puná) y los Vera (Santa Elena) son parte de la generación de artesanos que se dedican a la fabricación de barcos y otras embarcaciones pesqueras en la parroquia de Puerto Bolívar. Al igual que ellos, unas 70 familias trabajan en este oficio por más de seis décadas.
A lo largo de unos tres kilómetros de las riberas del estero Huaylá, en el sector oeste de este puerto, se han improvisado entre 20 a 25 talleres donde se construyen todo tipo de embarcaciones, desde pangas, utilizadas por los pecadores artesanales, hasta los industriales con motores estacionarios
Jacinto Asencio, de 72 años, es uno de los constructores con mayor experiencia en todo el sector. Él se inició en el arte cuando se tallaba la madera, nogal o laurel, con cinceles; se utilizaba el martillo y empleaban clavos y pernos. Ahora usan la fibra, que ha facilitado el trabajo, con la que replican las unidades necesarias a través de moldes.
La estopa o fibra de coco era utilizada con masillas para sellar las hendiduras que quedaban entre los tablones de madera con que se armaban los barcos. En ese tiempo, la labor iniciaba con el armazón de la estructura. Con esa técnica, la elaboración de una embarcación de 12 metros tardaba unos 90 días, entre cuatro personas, ahora unas tres semanas.
Con la llegada de la fibra de vidrio, se han simplificado los tiempos de producción por cada nave. Las planchas del material se la van colocando por dentro del molde. Emplean unos dos rollos de 120 metros cada uno.
Una vez que estén fundidos todos los detalles se lo extrae. Con este método trabajan únicamente dos personas. La panga, con una medida estándar de 7 metros y 30 centímetros de largo y 1,90 de ancho, es terminada en tres semanas. La madera se sigue utilizando, pero solo para el piso y el rodón, es decir, los filos superiores del barco.
Aprendió de su padre
Con orgullo Jacinto Asencio asegura que él es un carpintero naval, que ha sido testigo de la evolución del oficio, que lo aprendió de su padre, cuando tenía 11 años. “La carpintería siempre me gustó, yo sabía que a esto me dedicaría el resto de mi vida”, dijo
Él resaltó su elección porque otros de los trabajos que también realizan los nativos de la zona es la pesca y la recolección de conchas.
Milton Asencio, de 52 años, es uno de los cuatro hijos de Jacinto, quien también continúa con el oficio. Él dice que el arte de tallar madera y fabricar embarcaciones lo llevan en la sangre, porque ahora sus primogénitos, Santiago, de 16 años y Daniel, de 18 años; también han aprendido el oficio para seguir con la tradición.
“Yo inicié en esto cuando tenía 14 años, desde ahí hasta ahora no he conocido otra forma de ganarme la vida. Ahora mis dos hijos ya saben todo lo que he aprendido en estos años”, agregó.
Cada panga es comercializada en 4.000 dólares. La mayoría son utilizadas en faenas de pesca y en camaroneras orenses. Muy pocas veces son comercializadas en otras provincias.
Manuel Vera, 45 años, comparte una historia similar. De su padre Ramón aprendió todo lo relacionado a la fabricación de embarcaciones, desde los 12 años, junto a sus dos hermanos Juan y Alberto.
Ramón era oriundo de la península de Santa Elena, pero murió hace 8 años. Se especializó en la elaboración de embarcaciones grandes y, según Manuel, ‘El Susana’ fue una de las últimas obras que fabricaron cuando su papá vivía. Tenía unos 20 metros de largo. Seis personas se demoraron cuatro meses en la construcción.
Construcción se liga a cultura Jambelí
Vicente Poma Mendoza, un historiador orense, explicó que la construcción de embarcaciones está relacionada con la cultura Jambelí. “Esta se originó del pueblo punae, que pobló toda la isla Puná y sus alrededores. Ellos fueron marineros, constructores, carpinteros. Su desarrollo fue evolucionando hasta la actualidad”, expresó.
Según Poma, los Hualingos, que significa hombres del mar, sería, los antepasados comunes de los habitantes de Puerto Bolívar, Santa Elena y la isla Puná. Una muestra de la descendencia común son varios apellidos tradicionales como Asencio, Vera, Cruz, Chamaidán, Chalén, Pinta, Cacao, entre otros.
El historiador explicó que al inicio el mangle era la materia prima para hacer las embarcaciones. “Con la llegada de los españoles se mejoró la elaboración de los medios de transporte marítimos”, refirió.