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Caseritos: ¿Quién vende los cangrejos más baratos en Guayaquil?

Un comerciante ‘súper pilas’ no espera que los clientes lleguen, sino que los busca. Tiene más de 20 años vendiendo cangrejos y otros crustáceos

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Ronald sabe cómo atraer a sus clientes: pone en práctica sus técnicas de ‘vocería’.Alex Lima

Ronald León, de 33 años, es el ‘cangri’ de los puestos del mercado de la 29 y Maracaibo. Está lleno de flow y rodeado de ‘manos gordas’, por los tremendos cangrejos que vende todos los días.

Él conoce este negocio desde los 11 años, pues su padre se dedicó a lo mismo desde que él era un niño. “Somos siete hermanos y a los mayores ya los tenía ubicados en algunos puestos. A mí a los 11 o 12 me cargaba en el balde de la camioneta gritando para vender. Recorríamos Chongón y otras zonas así”, rememora.

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Cuando Ronald creció, también aumentó su responsabilidad en la venta. “Luego me dejó en un puesto en esta esquina, pero acompañado de una persona. A los 15 años ya me dejó solo, porque ya había aprendido del negocio”, cuenta el Cangri, como lo llaman algunos de sus clientes y amigos del mercado.

“¡Venga, venga! ¡Lleve sus ‘cangris’ de pata gorda, de pata gorda!”, es el grito característico de este comerciante, que asegura que el éxito del negocio es la constancia.

“Yo vendo en diferentes mercados, pero he ganado clientes fijos porque saben que siempre, de lunes a sábado, me van a encontrar trabajando y tienen cangrejo seguro”, sostiene.

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Las patitas gordas de los carapachudos sobresalen en los atados.Alex Lima

Ronald labora de 08:30 a 17:00 en distintos puestos, como en el mercado itinerante de los alrededores del hospital Abel Gilbert Pontón, el mercado de la A y otros más. No obstante, asegura que ofrece una ventaja que solo él puede dar: vende los carapachudos a menor precio.

“Tengo familiares que tienen canoas y que me los venden a más barato. Por esa razón yo siempre tengo los atados a unos cuatro dólares menos. Aparte, aquí arreglamos la mercadería a como pida el cliente: si viene un niño con unos dos dólares, también le vendemos”.

Añade que uno de sus puntos de venta más fuertes es la zona de las ‘cariñosas’, en el barrio de tolerancia. “Yo me paro en la 17 y Brasil y vendo todo. Allá también ya me conocen. Cuando la gente sale media entonada y le dan ganas de comerse estas patitas gordas, se van llevando los atados bien despachados”, comenta con la alegría que caracteriza su venta.

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