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¿El fin de Los Choneros? Lo que significa la caída de alias Fito
La captura de José Adolfo Macías, ¿reconfigura el crimen organizado en Ecuador o lo desarticula? Esto es lo que precisa un exoficial de Inteligencia
Alias Fito ya no está prófugo. José Adolfo Macías Villamar, el máximo líder de la organización criminal Los Choneros, fue recapturado el miércoles 25 de junio de 2025 en un búnker escondido en una propiedad rural del sector Monterrey, en el cantón Montecristi, provincia de Manabí. El golpe policial cerró una fuga que se extendió por más de 17 meses, desde que se conoció su escape de la cárcel Regional de Guayaquil, el 7 de enero de 2024.
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El operativo fue liderado por el bloque de seguridad de la Policía y Fuerzas Armadas, y con él vuelve a escena la pregunta que se repite desde hace años: ¿Es este el principio del fin para Los Choneros?
Kléber Carrión, sobre Los Choneros: “No es el fin, es una mutación del crimen”
Kléber Carrión, experto en seguridad y exoficial de inteligencia de la Policía, lo deja claro: “No es el fin de Los Choneros”. Para él, la detención de Fito sí representa un fuerte golpe a la estructura criminal, pero no implica su desarticulación. Más bien, anticipa un escenario aún más complejo: la fragmentación.
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“Se desestructura un poco la organización por la pérdida de dirección, pero no se termina la actividad delictiva como tal. Comienzan a asomar nuevos liderazgos, con una escuela ya copiada”, explica.
Según Carrión, la trayectoria criminal de Los Choneros no depende únicamente de una figura. Es una maquinaria con procedimientos, códigos y redes ya consolidadas. Su accionar delictivo abarca desde el narcotráfico hasta el sicariato, la extorsión y el secuestro.
¿Una amenaza más difícil de contener?
El experto sostiene que el fenómeno que se avecina —la fragmentación— es incluso más preocupante que una sola estructura jerárquica:
“Estos grupos se copian entre sí. Los nuevos liderazgos ya tienen manuales aprendidos. Son escuelas criminales con experiencia y alianzas en múltiples delitos”.
Carrión también advierte que la eliminación o captura de cabecillas ya no garantiza la extinción de los grupos, como ocurría en décadas anteriores. En el pasado, con la caída de líderes como La Rana, se podía identificar y desmantelar su estructura. Hoy, el crimen opera como redes descentralizadas, similares a grupos terroristas o pandillas transnacionales.
“Antes se hablaba de un delincuente con su grupo. Hoy se identifican estructuras criminales, muchas veces con vínculos internacionales. Eso hace que su desaparición sea mucho más difícil”, alerta.

El espejo regional de la delincuencia organizada
Para sustentar su análisis, Carrión menciona el caso de El Salvador. A pesar de la represión sostenida contra pandillas como la MS13 y Barrio 18, aún existen indicios de actividad delictiva residual.
“Incluso allá, donde los maras no son considerados grupos de delincuencia organizada como tal, todavía hay presencia. Imagínate acá, donde sí hablamos de estructuras consolidadas”.
Los Choneros seguirán en escena
Aunque Fito esté nuevamente bajo custodia del Estado, el especialista no cree que su grupo desaparezca. Es más, advierte que podría continuar operando bajo otros liderazgos o nombres.
“Para pena y lamento de la sociedad, no van a desaparecer. Los Choneros seguirán teniendo algún grado de participación en la actividad delictiva”, concluye.
¿Qué sigue ahora para alias Fito?
Las autoridades ecuatorianas celebran la recaptura de Fito como un triunfo del Estado sobre el crimen organizado. Pero expertos como Carrión insisten en que lo más difícil está por venir: identificar los nuevos liderazgos, entender sus dinámicas internas y cortar las alianzas que les permiten seguir operando desde dentro y fuera de las cárceles.
Porque, como ya ha pasado en otros países, la caída de un jefe no necesariamente significa la caída del sistema. A veces, solo marca el inicio de una nueva era criminal.
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