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Llegar a Dios a través de la ciencia
Muchos físicos y biólogos creen en la intervención de una inteligencia universal.
Josep Guijarro / Madrid
Las pruebas que intentaban demostrar la existencia de un ser supremo nacieron durante siglos en el seno de la teología y distintas corrientes filosóficas. Pero hoy, los más osados en atrapar a Dios son los científicos.
La mayoría de físicos y cosmólogos aceptan la teoría del ‘Big Bang’ como explicación al origen del universo. Lo que es más inusual es proponer que detrás de esa “gran explosión” se pueda esconder la existencia del Señor y que se pueda sostener ¡matemáticamente! Eso, al menos, asegura el catedrático español de Análisis Matemático Baltasar Rodríguez-Salinas, quien publicó un estudio titulado ‘Sobre los Big Bangs y el principio y final de los tiempos del universo’ para la Real Academia de Ciencias Físicas, Exactas y Naturales.
Tres académicos retiraron sus firmas de la revista. Y muchos otros protestaron enérgicamente por una afirmación que parecía esconder un nuevo intento de revestir la fe de ciencia.
Decía el premio Nobel de química de 1975, el checo Vladimir Prelog, que “los premios Nobel no son más competentes que el hombre de la calle para opinar sobre Dios y la religión”.
De hecho, puede parecer que el Señor no tiene lugar dentro del ámbito de la ciencia, pero también son muchos los expertos de primer nivel que defienden alguna clase de energía inteligente responsable de prender la mecha del ‘Big Bang’.
“Decir que el universo nació de la nada es no decir nada. Ni los que defienden tal postura se la creen. Porque, basándome en los trabajos de físicos teóricos de primer nivel, en esa supuesta nada por fuerza tenía que existir algo”, afirma Miguel Pedrero, autor del libro ‘Dios existe’.
Una de las cosas que más sorprende a los físicos es el “imposible” equilibrio que debe generarse entre la gravedad y el electromagnetismo para sustentar la materia. Un simple cambio de intensidad generaría el apocalipsis cósmico definitivo. Según el autor de ‘La ciencia descubre a Dios’, Ariel A. Roth, “con que solo hubiera un ligerísimo cambio de masa de un protón o de un neutrón, no habría elementos químicos, ni profesionales de la química, ni nada grande como planetas, soles o galaxias. La masa de un protón no puede variar ni siquiera en una parte entre mil”.
Más tesis
Y algo parecido ocurre con la creación de la vida. ¿Ha pensado alguna vez qué probabilidad existe de que una célula se cree por azar? Requeriría, por lo menos, que aparecieran –en un mismo lugar– cien proteínas funcionales en cien acontecimientos simultáneos, cada uno de ellos con una probabilidad independiente que difícilmente sería inferior a 1.020, lo cual nos da una probabilidad máxima combinada de 102.000. Una quimera...
También Michiu Kaku, uno de los creadores de la revolucionaria Teoría de Cuerdas, cree que el universo esconde la acción de una fuerza que “lo gobierna todo”. Y, añade: “He llegado a la conclusión de que estamos en un mundo hecho por reglas creadas por una inteligencia, no muy diferente de su juego de ordenador favorito, por supuesto, más complejo e impensable”.
¿Un ‘juego’ del Señor?
Alfred Hoyle, uno de los astrofísicos más prestigiosos de todos los tiempos, planteó que el carbono debía de tener un índice de resonancia energética concreto, que hiciera posible su formación a partir de la combinación de los núcleos de átomos de helio y de berilio.
“Una interpretación obvia sugiere que una superinteligencia ha jugado con la física, la química y la biología”, destacó.