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Los dos casos sacudieron la aparente calma de Ibarra y Cotacachi, en Imbabura.Cortesía

Crímenes en Imbabura: El nivel de crueldad contra las dos mujeres victimadas

Los hechos son investigados como asesinato y femicidio. Los casos se registraron con apenas un día de diferencia en Ibarra y Cotacachi

Liliana y Janet probablemente nunca se conocieron. Tal vez, por azar del destino, llegaron a cruzarse alguna vez en las estrechas calles de Cotacachi o en las amplias avenidas de Ibarra, cantones de Imbabura. Sin embargo, no sabían nada la una de la otra.

Pero ese mismo destino las puso bajo la mirada pública al compartir un trágico final: ambas fueron asesinadas con brutalidad. Las coincidencias son escalofriantes, considerando que los dos crímenes ocurrieron a apenas 20 kilómetros de distancia entre estos cantones imbabureños.

Liliana y Janet fueron torturadas. Sus victimarios se ensañaron con ellas, buscando infligir el mayor dolor posible antes de acabar con sus vidas. Sus cuerpos mostraban el nivel de violencia con el que fueron atacadas.

Cotacachi: el caso de Janet

En la pared del edificio de la Sociedad de Artesanos de Cotacachi se puso una foto de Janet.Angelo Chamba

EXTRA visitó las dos ciudades para conocer más detalles de estos hechos, que se convirtieron en los primeros casos de muertes violentas de mujeres en Imbabura durante este año. El más reciente fue el de Janet, una mujer de 52 años que vivía en la calle Sucre, en Cotacachi.

Su hogar era una casa de teja, de paredes anchas y con una puerta de madera que daba directamente a la vía. “Sí la conocimos todos aquí en el sector. Generalmente se la veía con unos gatitos”, relató una vecina, quien evitó identificarse por temor a represalias.

Según relató, un pariente de Janet la encontró sin vida dentro de su casa. El reporte preliminar detalla que el caso fue alertado al ECU-911 a las 10:07 del 2 de junio.

La Policía llegó al sitio y encontró el cuerpo de Janet en el patio de la vivienda: estaba boca abajo, con pies y manos atados, una soga en el cuello y una funda en la cabeza. Lo más perturbador fue un detalle hallado por los peritos: el criminal introdujo una manguera en una de las cavidades del cuerpo.

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Un pacto de silencio por Janet en Cotacachi

En esta casa fue localizado el cadáver de Janet, quien habría sido asfixiada, según la Policía.Cortesía

Tras el hallazgo, el cuerpo de Janet fue retirado y su familia se encargó rápidamente de los trámites. El 4 de junio se realizaron las honras fúnebres en el edificio de la Sociedad de Artesanos de Cotacachi. En la entrada del lugar se colocó una foto de Janet, con sus fechas de nacimiento y fallecimiento, una oración a la Virgen del Carmen y la hora del sepelio.

Dentro del recinto, un salón fue adecuado para el velorio, donde se encontraba su féretro café. Sus familiares, visiblemente afectados, prefirieron no dar declaraciones mientras esperan los resultados oficiales de las investigaciones. “Hemos quedado de acuerdo para no emitir ningún comentario. Estamos sumidos en el dolor”, expresó una allegada, comerciante del sector.

Yuri Narváez, jefe de Policía de Imbabura, confirmó que el caso es investigado como un femicidio, ya que el agresor habría tenido una relación sentimental con Janet. La mujer fue vista por última vez el 31 de mayo, a las 17:00, hora en la que se presume fue asesinada.

“El caso está en etapa de indagación previa, por lo que no se pueden revelar más detalles. Sin embargo, estamos revisando cámaras de seguridad que puedan mostrar a alguien ingresando al inmueble”, precisó el oficial.

Ibarra: el horror de Liliana

Los restos de Liliana aparecieron en el botadero de Socapamba, en las afueras de Ibarra.Angelo Chamba

Mientras los familiares de Janet lloraban su violenta partida, en el barrio El Vergel de Ibarra, los vecinos comentaban con asombro y temor el asesinato de Liliana, quien, según su esposo, se dedicaba al trabajo sexual a domicilio.

El crimen ocurrió en una vivienda de tres pisos ubicada en la calle Raimundo Santacruz. Liliana se dirigió allí el 30 de mayo para brindar sus servicios, y se presume que ese mismo día fue brutalmente asesinada y descuartizada.

La tendera de un negocio cercano relató a EXTRA que el sospechoso, Robinson Muñoz Ospina, acudió a su tienda alrededor de las 16:30 del día del crimen. “Vino y me pidió un trago con sabor a tamarindo. Se lo notaba raro, como afligido”, comentó la mujer. Al preguntarle qué le pasaba, Robinson respondió que había terminado una relación y quería emborracharse. Además, compró una funda de papas fritas.

Durante la conversación, Robinson le confesó que tenía doble personalidad. “Dijo que cuando no se llamaba Robinson, se hacía pasar como Alexander”, contó la vendedora.

Horas después, volvió a la tienda con una actitud más calmada y pidió dos fundas para basura, solicitando unas de tamaño industrial. Al día siguiente, regresó por dos bolsas más. Fue entonces cuando la Policía apareció en el sector, preguntando si alguien lo conocía. Ahí comprendieron que algo grave pasó.

Los agentes acudieron al inmueble el 31 de mayo. Robinson intentó huir, pero fue capturado cerca de la tienda. Actualmente guarda prisión preventiva, acusado del delito de asesinato. Según su propia declaración, presuntamente descuartizó a Liliana y arrojó sus restos en contenedores de basura y en el río Tahuando.

Ambos casos están ahora bajo investigación judicial, y los familiares de las víctimas exigen que se haga justicia. Mientras tanto, los nombres de Janet y Liliana se suman a una lista cada vez más alarmante de mujeres asesinadas en Ecuador. Aunque nunca se conocieron, sus historias quedaron irremediablemente unidas por la violencia que terminó con sus vidas.

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