En la madrugada trajeron el cuerpo de Anna Laura Chávez, de 50 años, la manabita baleada cuando llegaba a su restaurante en Manta. Tras el arribo, la policía desplegó varios operativos para detener a unos sospechosos del ataque. Entre ellos consta Éricka Perotti Chávez, de 22 años, hija de la víctima, quien habría pactado ‘el trabajo’ en 6.000 dólares.

El fiscal Paco Delgado mencionó que la presunta involucrada viajó el pasado 12 de noviembre en el avión ambulancia en el cual trasladaron a su mamá herida hasta Miami, para salvarle la vida.

Las constantes peleas entre madre e hija motivaron en la Policía y Fiscalía las sospechas hacia la joven.

“Todo se manejó bajo reserva hasta que la principal sospechosa llegara al país y fuera detenida. Además, están detenidas dos mujeres y un hombre”, precisó el funcionario.

La hija de la fallecida presuntamente habría planificado el asesinato porque no le aceptaba una relación amorosa que mantenía con una persona de su mismo sexo, según recalcó el fiscal.

Llamadas telefónicas y el acercamiento con las personas que presuntamente participaron en el crimen fueron algunos de los indicios que involucran a Éricka Perotti en el asesinato.

“La que disparó fue una mujer, utilizó una peluca y después de cometer el crimen caminó varios metros sin darse cuenta que era observada por una cámara de seguridad que capta su rostro”, refirió el investigador.

Familiares de la occisa no quisieron dar declaraciones y tampoco permitieron el ingreso a la sala de velación.

El abogado Fernando Rivadeneira, defensor de Éricka Perotti y Mishell Burao, indicó que sus defendidas “son inocentes” y que se les están vulnerando sus derechos al no permitirle acercarse al cofre.