La familia Noboa y el correísmo se verán las caras nuevamente, tras 17 años, en un debate en el que expondrán sus planes de gobierno para ganarse el voto de los ecuatorianos y llegar a la Presidencia de la República.

En 2006 Rafael Correa, líder del movimiento Revolución Ciudadana, midió fuerzas con el empresario Álvaro Noboa y llegó a Carondelet.

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Ahora son Luisa González, desde el banquillo del correísmo, y Daniel Noboa, en lugar de su padre, quienes buscan ganarse el favor del electorado.

Sin embargo, pese a que las fuerzas políticas son las mismas, las circunstancias y los protagonistas han cambiado, analizan dos expertos.

La comunicadora y analista política María Eugenia Molina considera que no sería una ‘revancha’ el debate que se realizará el próximo domingo 1 de octubre antes de la segunda vuelta por las elecciones presidenciales.

Enfatiza que lo importante para ambos candidatos es cómo desarrollarán su estrategia de campaña antes del debate. Para la experta, en esta etapa se debe llegar con una batería de mensajes claros y aterrizados que lleguen a los electores y, sobre todo, tener la habilidad para conectar con ellos.

“Tanto Luisa como Daniel tienen la oportunidad y la obligación de mostrar sus dotes de estadistas y será la gente quien, finalmente, decida”.

El analista político César Luis Barthelotti opina que ambos aspirantes tienen fortalezas que deben aprovechar durante los días de campaña previos al debate.

A su criterio, en el caso de Luisa González, la estructura del movimiento Revolución Ciudadana es fundamental para este propósito. Según Barthelotti, el correísmo tiene operadores políticos en todo el país, principalmente concejales.

“Esto les permitirá desarrollar un proyecto real en la segunda vuelta”.

Por otro lado, para el experto, el fuerte de Noboa es su juventud y que representa una nueva generación de votantes y políticos. “Es de la generación millennial y eso lo hace más cercano a ese 52 % del electorado”.

Eso sí, ambos expertos concuerdan en que si los candidatos quieren llegar al sillón presidencial deberán salir más a las calles y usar menos las redes sociales.

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