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Más de mil personas dormirán en la calle
La orden de un desalojo en La Libertad y su puesta en marcha los dejó sin un lugar a donde ir. Ahora solo les queda el colchón y demás pertenencias.

Las familias tuvieron que desalojar sí o sí.
“Dormiremos en la calle porque no tenemos donde ir”, dijo Carmen Chilán, una de las tantas personas que entre la madrugada y mañana de este martes 19 de junio fueron desalojadas de sus covachas levantadas hace un mes en 12 hectáreas de terreno en las inmediaciones del autódromo del cantón La Libertad.
Ante el temor de que con el paso de un tractor se destruyan sus pertenecías, la mujer recogió sus cosas para ubicarlos al pie de la pista donde compiten los vehículos.
Entre lamentaciones, Chilán pronunció que habiendo tanta tierra en el lugar se le negaba un pequeño espacio donde vivir.
“Siempre se ensañan con nosotros los más pobres, yo soy madre soltera y trabajo vendiendo jugos en la playa, no tengo casa, vine aquí porque nos habían dicho que sí iban a legalizarnos los solares, ahora no sé dónde ir”, manifestó la mujer.
Similar criterio tenía, Carlos Mendoza, un manabita que llegó a vivir hace 12 años a la península y es ahora otro de los desalojados.
“Ya no me alcanza para pagar el arriendo, mi trabajo es la pesca, pero ahora ya no se produce como antes, no somos invasores sólo queremos un solar para levantar nuestras casas”, refirió.
El desalojo
Fueron alrededor de 1.000 las personas que habían construido viviendas en un área de terreno, que según el catastro del municipio local es propiedad privada. Además, que los asentamientos humanos irregulares en el país están prohibidos.
“Esto no se puede permitir, estas familias están ocupando un predio que no les pertenece y por lo tanto deben salir”, indicó David Sabando, Gobernador de Santa Elena que en conjunto con Ricardo Nicolalde, de la Secretaria Técnica de Asentamientos Irregulares, dirigieron el operativo.
En total participaron 525 elementos policiales de elite en el desalojo, no faltaron aquellos ciudadanos que se quejaron por la llegada de tantos uniformados: “Vaya a buscar a los delincuentes, acá somos gente hornada”, eran las expresiones de quienes mostraban su descontento por el hecho.
Durante esta jornada de desalojos no se produjeron enfrentamientos y las autoridades le dieron un tiempo para que las personas puedan sacar sus utensilios. Luego vino el desarme de sus viviendas de caña y plástico .