El dolor e indignación invadió a la familia y amigos de José Londo, de 41 años, una de las víctimas de la violencia criminal en Guayaquil, hallado sin vida en la fosa de una vivienda abandonada en la cooperativa Nueva Frontera, noroeste de la ciudad.

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Aunque su cuerpo ya había sido sepultado a las 19:00 del sábado 7, una sola voz de “¡justicia!” se levantaba desde el interior del templo. “No exigimos violencia, solo queremos que no quede en la impunidad y que no se libere indiscriminadamente a los detenidos”, mencionó el pastor Ángel Yungá, quien lidera esa casa de oración, ubicada en el bloque 1 de Bastión Popular, norte de la urbe.

¿Cuántas personas se reunieron para exigir seguridad?

Más de 200 personas, entre adultos, jóvenes y niños, estaban allí tras realizar una manifestación pacífica. Esta recorrió las calles de Guayaquil desde Bastión hasta el cuartel Modelo y, posterior, el cementerio Jardines de Esperanza, donde se sepultaría el cadáver de José, buscando el apoyo de autoridades y otros ciudadanos.

“Todo esto lo hacemos porque no queremos que más hermanos indígenas sigan pagando las consecuencias de la violencia en el país. Nos ven como minas de oro, cuando somos solo comerciantes”, expresó un primo de José, quien, por seguridad, prefirió no identificarse.

Según este último, no sería la primera noche que pasarían clamando por Londo. Desde que supieron de su rapto, efectuado el martes 3 de este mes en su local en Urbanor, norte de la ciudad, se reunieron para orar por su integridad. Sin embargo, según el familiar, José fue asesinado un día después de su secuestro.

¿Qué más dice la familia de una de las víctimas del noroeste de Guayaquil?

“La familia está devastada. Nos dolió tanto ver que ni los animales mueren de la forma en que lo hizo él. Solo queremos que el gobierno nos cuide, como lo prometió”, insistió el primo.

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En cambio, el pastor de la iglesia asegura que no dejarán de orar por el cuidado de todos en el país, incluidos los sospechosos del crimen de José. “Sabemos que, si se convierten a Dios, todo lo malo que hayan hecho se les perdona; mientras tanto, es la justicia terrenal la que debe juzgarlos”, reflexiona. Sin embargo, enfatiza: “Si tenemos que morir en el intento de exigir justicia, lo haremos”.

¿Qué sucede con los otros familiares de las víctimas en el noroeste?

Jaime Rodrigo Fernández Chimbolema, de 24 años, es otra de las víctimas del crimen. Fue velado en Bastión Popular, a pocas cuadras de donde se reunieron los allegados de José Londo.

Según el pastor, también asistía a la iglesia y tenía apenas un año de haberse bautizado; sin embargo, su familia prefirió no pronunciarse sobre el hecho por temor a represalias. En cambio, en la ciudadela Martha de Roldós, el negocio desde el que raptaron a Guo Xiudan, ciudadana china hallada sin vida, permanecía cerrado hasta la noche del sábado 7, de junio.

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