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Le quitan el miedo a Las Cabras
Desde la última intervención policial, la institución coordina ciclopaseos con grupos de deportistas los miércoles, viernes y domingos, a partir de las 20:00.
El cerro Las Cabras, en Durán, ya no es tan fiero como lo pintan. Al menos eso dicen sus moradores, quienes luego de tres intervenciones de la policía por microtráfico de drogas luchan para que la convivencia sea más tranquila. Anhelan que este lugar, algún día, pueda convertirse en un sitio turístico.
“Antes era muy peligroso, se vendía mucha droga en todas las esquinas. Ahora es mínima la venta. No ha desaparecido en su totalidad”, cuenta Juan (nombre protegido), uno de los vecinos.
“Con la ayuda de la policía todo ha cambiado, se vive más tranquilo, aunque los ladrones son de abajo y suben cada vez que buscan esconderse de quienes los persiguen”, indica Geovanna Orellana, quien resalta el apoyo de los agentes para recuperar la paz en el sitio.
Para Maicol Cuyaguari, residente desde hace 20 años, su barrio ahora es “quieto”. Dice que los pillos rondan las faldas del cerro, pero que llegan a la parte alta cuando huyen luego de cometer algún robo.
“El control policial ayuda bastante, pero el sitio no es tan peligroso como se dice. Hasta el servicio de ‘taxi amigo’ viene acá cuando se lo solicita”, indica.
Paseo y recreación
Jorge Amores, coronel de la Policía, menciona que la institución también está enfocada en lograr que Las Cabras deje de ser un ‘cuco’ y de a poco se convierta en un lugar de paseo y recreación. En la última intervención policial de febrero pasado (la primera fue en 2016 y la segunda en 2018) se hizo un barrido en el que quedaron detenidos varios expendedores de sustancias ilícitas y personas involucradas en robos y otros delitos.
Después de aquel operativo, el coronel Amores envió 60 policías para que vigilaran las 24 horas del día los 27 accesos del cerro.
Según el uniformado, han disminuido la venta de drogas, los asaltos y los relajos entre borrachos. “Los robos se dan en la parte baja, acá todos andan tranquilos. Y cuando roban es porque algún pillo de otro sector cruza por aquí”, asegura Juan Vimos, quien se dedica al reparto de agua por la parte más alta de Las Cabras.
Amores sostiene que la ubicación de los agentes en sitios estratégicos se debe a que el cerro tiene tres ingresos para vehículos; los otros 24 corresponden a escalinatas por las que acostumbraban escabullirse los sospechosos de delitos.
Además, en cada nivel o descanso del cerro existe un parque, una cancha o iglesia, que controlan las organizaciones barriales que se formaron con la realización de mingas, en las que ha participado la comunidad en coordinación con la policía. “Después de la intervención vino la recuperación de los espacios públicos y empezamos a pintar murales, paredes, hicimos campeonatos deportivos para los moradores, hubo cine comunitario, vacacionales para niños. También participaron instituciones públicas con talleres para madres. La idea era dar vida a los espacios”, detalla el oficial.
Haciendo turismo
La Policía de Durán ha tenido acercamientos con el grupo de ciclistas Nueva Generación, con cuyos miembros realizan ciclopaseos comunitarios los miércoles, viernes y domingos. Se reúnen a las 20:00 en el Monumento al Pescadito, en el ingreso al cantón, y de allí parten al cerro escoltados por policías.
Otros grupos de pedalistas de Guayaquil han visitado el sitio y cada vez que asisten piden resguardo a los uniformados para ascender sin inconvenientes.
“El cerro Las Cabras tiene mal prestigio y eso lo queremos romper. Por eso acompañamos a los visitantes para que suban y vean a Guayaquil desde las alturas”, dice Amores, quien considera que el sitio tiene todo para convertirse en un atractivo turístico. “Queremos que la gente mire con otros ojos al cerro. El cerro no es una isla de paz, pero existe una transformación”.