¡Ríe pese a la adversidad!

No habla ni camina, pero es dueño de una amplia sonrisa que alegra al más infeliz de los mortales. Su nombre es Jendry, tiene 15 años y, junto a su madre, todos los días lucha por llevarse un bocado a la boca.

A Tania Méndez, la progenitora, le toca ingeniársela no solo para alimentarlo a él, sino también a su otro hijo menor.

Cuenta que con lo poco que gana su esposo como pintor y con lo que recibe del bono gubernamental trata de cubrir las necesidades de su hogar, ubicado en el Guasmo, al sur de la ciudad.

Pero, como no hay dinero que alcance, en muchas ocasiones tiene buscar el apoyo de sus padres para suplir otros aprietos.

Esta vez, buscó también la ayuda de los lectores de EXTRA para poder conseguir una silla de ruedas para su Jendry, quien presenta el 81 % de discapacidad física e intelectual.

Según Tania, los médicos que la atendieron en el alumbramiento le dijeron que se le había estado pasando el parto y que por poco, si su hijo no nacía muerto, pudo haber quedado en estado vegetal. Con el pasar del tiempo afloraron otras enfermedades. Unas las superó y otras no puede por falta de dinero.

Lea la historia completa sobre Jendry en la edición impresa de EXTRA.