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Este ecuatoriano asegura recibir información telepáticamente de otros seres
Según Iván Velasco, cuando era niño fue escogido por entidades de otro Universo para que fuera parte de una intervención que, en 2027, evitaría la destrucción de la humanidad.
Verano de 1965. 18:20 de un domingo de junio. Iván Velasco miraba el cielo de Quito desde la terraza de un edificio, en el barrio América. De repente, una mancha negra apareció frente a sus binóculos. A un kilómetro. Creía que era un pájaro, pero este, cuanto más se acercaba, más grande se hacía. Hasta quedar a tres metros sobre él. Entonces, el niño se convenció de que se trataba de un objeto volador no identificado (ovni).
“Era algo extraño, algo que no había en este planeta”. Abrió sus brazos para atraerlo. Gritó incansablemente para que bajara. Pero no. Aquel objeto en forma de bala, de unos 80 centímetros de diámetro y dos metros de largo, continuó su trayecto. Pasó por encima de la Basílica del Voto Nacional y, en pocos segundos, desapareció. “No sabía que en ese momento me habían escogido para una operación extraterrestre”, dice.
Su primer –y único– acercamiento con un ovni fue ese, cuando tenía 14 años. Pero la investigación sobre los extraterrestres había empezado tiempo atrás. Su padre, don Julio Velasco, un reconocido joyero de los años 40, compraba el periódico. Iván recortaba los artículos con información relacionada y los coleccionaba. “Quería ver si en Quito pasaba un platillo volador. Quería dar una vuelta por el planeta”, confiesa el hombre, de 67 años, desde su casa.
“Jamás pensé que detrás de esa experiencia recibía información como parte de un proyecto diseñado por esas entidades extrañas”, espeta Velasco. Aunque dentro de aquel objeto –que no era un platillo volador, dice– no había ningún ser. Era pequeño. Y lo dibujó en su libro Fantasmas en París, en el que narra esta historia.
Desde entonces, las entidades extraterrestres tomaron el control de su cerebro y de su vida. Ya no era él. Sus padres no sabían lo que pasaba. E Iván no quería que nadie se enterara que aquellos seres habían empezado a comunicarse con él telepáticamente: “Me hablaban sobre una matriz que existe en la evolución de los seres humanos. Ellos me hicieron conocer la energía, la oscuridad, el aislamiento...”.
La casa de sus padres, desde donde observó el ovni –a 1.890 metros de altura y al pie del Guagua Pichincha–, sirvió para que viviera experiencias y las guardara en su memoria. No dice cuáles. Sí revela que los extraterrestres se pasean por el universo porque tienen tecnología que les permite hacerlo.
Dice también que critican la religión católica, los fondos de comercio, los crímenes sexuales, el problema de los curas en los colegios... Toda esa información, repite, le fue transmitida telepáticamente. Escuchaba voces en su cabeza mientras sucedía.
Y no supo qué le ocurría hasta 1999, cuando comprendió que las entidades lo habían escogido para transformarlo en un robot humano. En un ser sin conciencia. Para entonces, vivía en Francia. Su padre, Don Julio, lo había enviado a Europa para que estudiara Ciencias Económicas y Políticas en la Universidad de París VIII. Título avalado por la Senescyt.
Hoy ostenta un título de politólogo. Pero ningún estudio en Ufología. No es necesario. Los extraterrestres quisieron que él supiera de las “falsas democracias en Francia”. Lo llevaron a visitar salas de juego en París. A esos salones que, asegura, pertenecían a la Mafia Corsa (de Francia). Entonces, descubrió que el dinero que salía de allí financiaba campañas políticas. El primer objetivo: analizar lo que sucedía.
El segundo tiene relación con Lady Diana. Cinco días antes de que la princesa sufriera el accidente, las mismas entidades hicieron que Velasco pasara por el túnel del Puente del Alma. A 70 kilómetros por hora. Según él, lo extraterrestres lo instaron a pasar por la vía exprés y detectar los problemas: había un hundimiento de un metro de largo y 10 centímetros de alto.
—¿Cuál era el objetivo?, porque la muerte de Diana no se evitó, le preguntamos.
No atina qué responder. Dice que fue “un accidente nada más”. Y que el ministro del Interior, de ese entonces, nunca quiso decir las causas de este. La alcaldesa de París dijo que todo lo él decía era una fantasía.
Una tercera operación fue en Nueva York. El 11 de septiembre de 2001. Dice que conoce toda la verdad de la caída de las torres gemelas.
Por ahora prepara un informe para entregar a las Naciones Unidas. Como ya lo hizo en las embajadas de Francia e Inglaterra. Incluso ha enviado información extraterrestre a la curia de Quito dirigida al Papa Francisco.
Porque en 2027, una piedra tocará el planeta y destruirá a la humanidad si no ocurre un cambio ético, sentencia Velasco. Está en sus manos informar sobre esta ‘apocalíptica’ revelación.