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¡Su tristeza viaja en un carro de juguete!

José Ferro ansía ver a su progenitor, quien desapareció de su vida sin dar explicaciones.

José Armando aún conserva su juguete  preferido.

José Armando aún conserva su juguete preferido.Richard Castro / EXTRA

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José Armando Ferro Espinoza trata de contener el llanto, pero no puede evitar que los ojos se le enrojezcan ante la impotencia que siente por no encontrar a su padre.

Le pasa cada vez que observa su carrito rojo, el único regalo que conserva de él.

Han pasado 34 años desde que su progenitor, de ojos claros, tez canela y alta estatura, se esfumara sin despedirse. José calcula que en la actualidad debería tener unos setenta años de edad. Guarda la esperanza de que esté vivo.

“Cuando él se fue, según mamá, vivíamos en un pueblito llamado Figueroa de Calceta, provincia de Manabí”, explica a EXTRA con los ojos clavados en una vieja fotografía.

A cada día que pasa, José siente que aumenta su ansiedad por reencontrarse con él. Quizás porque aún ignora el motivo que le empujó a desaparecer de su vida. “Solo sé que se llama Armando Ferro, como yo”, comenta el hombre emocionado.

A lo largo de los años averiguó por su cuenta que se habría marchado a Colombia, país donde nació.

“En el Registro Civil de aquí no consta el nombre de él”, afirma el hijo.

José, que trabaja como guardia de seguridad en una empresa, fue criado y mantenido por su madre, Graciela Espinoza. “Gracias a Dios, tengo dos personas más que me tratan como a un hijo: mi padrastro, y un allegado, que me adoptó desde niño”, reconoce.

Sin embargo, la tristeza le invade en fechas tan señaladas como Navidad, Año Nuevo o el Día del Padre. Mientras todos celebran, él se encierra en su cuarto.

“He visto casos publicados, en los que se buscan personas desaparecidas de muchos años. Espero que mi padre esté vivo. Pero si está muerto, deseo saber dónde está sepultado. No sé cómo reaccionaría si lo viera frente a frente”, subraya apretando los dientes.

Por eso, en medio de su angustia, solicita ayuda a Diario EXTRA: “Tengo mucha fe”.

“Lo conocí en Durán, era chofer de una cantera”

Graciela Espinoza se siente preocupada ante la ansiedad que padece su hijo. “Deseo que lo halle para verlo feliz”, revela la mujer, quien labora en una casa.

La madre de José vivió cuatro años con su expareja, Armando Ferro. Según ella, el hombre cambió su comportamiento desde que se quedó sin trabajo y supuestamente comenzó a tomar.

Unos amigos de él se lo llevaron a El Guabo, provincia de El Oro. Después se fue con su madre a Colombia, de donde era el padre.

Graciela lo conoció en Durán, cuando trabajaba como chofer en una cantera: “Por aquel entonces yo estaba en textiles Continental. Unos compañeros me lo presentaron”.

La pareja se instaló en la calle Sibambe, del sector ahora conocido como Recreo Viejo, en Durán. “Mi hijo siempre me pregunta por su padre y creo que es necesario que lo conozca”, señala.

Si usted tiene un drama y necesita el apoyo de los lectores de EXTRA, comuníquese con el 042-201100 (ext. 2491 y 2055).

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