La zona en la que Henry David Fernández vive se ha convertido, según él, en un punto de actividad paranormal. Este joven, que reside en Calderón, norte de Quito, se contactó con EXTRA para compartir tres experiencias que ha experimentado desde que llegó la pandemia.

La primera supuesta presencia que se ha registrado en su casa son los llamados vórtex. Son bolitas luminosas que se mueven como si fueran foquillos en el aire.

“Los he visto en la cocina y en la sala”, asevera mientras envía un video grabado con su celular en su afán por captar aquellas luminiscencias. Aunque para Christian Cevallos, especialista en temas paranormales, lo que se observan son pequeñísimas partículas de polvo.

“Lo que se debe hacer son estudios con un equipo especial que logre grabar los vórtex”, precisa Cevallos, quien no descarta que esos rastros paranormales puedan estar en el domicilio de Henry.

¿Por qué? Este joven, de 24 años, considera que esos ‘foquitos’ han causado perturbaciones en su sueño. Asegura que ha tenido pesadillas y que en su descanso siente que unas manos tétricas se acercan cerca de su cama y empiezan a jalarle las cobijas.

Henry se queda inmóvil sin poder gritar para pedir ayuda. Cuando se despierta escucha que su perrito aulla lastimeramente.

Aullidos y fantasmas

La segunda sensación paranormal que Henry asegura hay en su casa, pero también en el barrio, es el ‘anuncio’ que hacen los canes cuando alguien se va a morir.

“Sucedió al comienzo de la pandemia (marzo de 2020). Un día, los perros del barrio estaban ‘llorando’. Al siguiente, al frente de mi casa, vi que había un grupo de gente y me acerqué a preguntar lo que sucedía”, relata. Esas personas se reunieron porque había fallecido un niño, sin causa aparente, menciona Henry.

Ante esto, Cevallos precisa que las mascotas tienen esa capacidad extrasensorial para captar lo ultraterreno. “Muchas veces ven incluso hasta fantasmas”.

Por último, recuerda la tercera aparente sensación fantasmagórica, pero ocurrida con su madre. Según él, un pariente se le apareció a su progenitora, era una tía, quien –en sueños– había llegado para despedirse.

“Le dijo adiós y le dio un abrazo”, cuenta.

Para Cevallos, en este caso la verificación es más compleja porque se necesita un médium (persona que se pone en contacto con espíritus) para la interpretación.

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