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Crónica

La 'resurrección' de los ñaños Latin Kings

‘Camellaron’ para dos reinos. Primero para el del mal: fueron miembros de esta popular organización y hoy trabajan para Cristo como pastores. Ya no reclutan pandilleros, pero sí almas

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Juan Vera es pastor de la iglesia Renovación. Hace una década ejerce este rol, pero hace 20 años está en los caminos del Señor.Juan Faustos/EXTRA

Juan y Alfredo Vera siempre fueron unidos, en las buenas y mucho más en las malas. Tuvieron una niñez feliz, basada en principios. Pero a los 15 años, Juan, el mayor, decidió crear su pandilla ‘Los esquineros’, con la cual empezaron sus primeras infracciones: disparar a quemarropa a sus enemigos e intimidar en su barrio, Cisne 2, suburbio de Guayaquil.

Alfredo fue reclutado por su ñaño y juntos experimentaron con drogas, probando desde ‘pepas’ hasta heroína.

Juan estudió en el colegio Bellas Artes, pero como sus compañeros eran ‘zanahorias’, se unió a alumnos revoltosos de otros planteles para hacer relajo e irse de piedrazos con los del Vicente Rocafuerte.

“En 1991 conocí en una kermés a quienes querían implantar los Latin Kings en el país. Buscaban gente ‘pepa’ y yo calzaba por avezado”, cuenta el exlíder, a quien bautizaron como Cholo Juan, pero luego le pusieron King Eddy (nombre artístico), por su habilidad para bailar rap, razón por la cual ingresó a la ‘nación’.

Hizo ‘bailar’ a otros

“Al principio teníamos otros objetivos, inclinados más al baile, pero cambiaron con la llegada de un cabecilla desde Chicago (EE. UU.), quien tenía armas de grueso calibre y todo lo resolvía con bala”, narra el mayor de los Vera.

Por ser pioneros en esta clase de agrupaciones, pasaron por pruebas suaves, como combatir entre ellos o reclutar más gente. Pero después se puso más intenso y exigían matar a personas, hacer secuestros exprés, todo en un ambiente lleno de consumo de sustancias ilegales, es decir, ‘voladotes’.

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Los hermanos Vera fueron el terror del sector Cisne 2.Cortesía

Juan asegura haber sido el encargado de seguridad de los Latin Kings del Sur. Él probaba a los nuevos y resguardaba al Inca principal (cabecilla de la pandilla).

“En 1997 comandé una misión: ajustar cuentas con El Diablo, de una organización contraria. Nos metimos con armas en la desaparecida discoteca Forever. Ellos partieron botellas para agredirnos, nosotros disparamos las cartucheras. Por el tiroteo dos personas fallecieron y varios fueron heridos”, dice Juan.

Él era tan leal a la organización hasta que por poco lo matan en un enfrentamiento con la pandilla My Family. Lo dejaron solo y se decepcionó y se ‘abrió’ del grupo, pero quedó Alfredo, quien llegó a ser Inca de territorio (del sur).

La oveja más negra...

A tu hijo lo están matando. Lo metieron preso. Está robando otra vez”, frases como estas llegaban a diario a los oídos de los padres de los ex Latin Kings, pero todas eran por Alfredo.

“Yo los hice llorar, les faltaba el respeto y por más perverso que fui, nunca me botaron. Estuve en la cárcel y allí estaban ellos”, recuerda el menor de los Vera, quien asegura que él como autoridad le decía a los miembros: “Ve mata a ese”. Y lo hacían...

Mandaba a los hospitales a jóvenes del barrio, quienes fueron baleados o macheteados por él.

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Juan le tatuó a su ñaño una figura que representa a su exorganización.Cortesía

Consumía marihuana, cocaína y alcohol. Los delitos que más cometía eran robos, intentos de asesinatos y venta de drogas. Por los dos primeros prácticamente vivía en la cárcel. “Estuve en el Centro de Detención Provisional (CDP) y en la ‘peni’; mi ñaño no conoció estos lugares, era más tranquilo. Mis ‘visitas’ eran de corto tiempo, máximo un mes”, cuenta el ex Inca, quien asevera que lo cogían con armas, frente a los agredidos, robando y disparando, pero nunca le ‘clavaron’ años ni lo sentenciaron. “A un Latin lo agarraron con una 38 (revólver) y pagó un año en la Penitenciaría. Siempre en el parte policial me ponían detención por escándalo, yo me hacía el ‘loco’ e iba a ‘cana’, pero eso sí me daban unas garrotizas”, expresa Alfredo, quien era conocido como Cholo Peter.

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A los 29 años, Alfredo ganó 300 dólares ilícitamente y los usó para comprar droga, la cual consumió por cuatro días. Salió ‘voladote’ a una esquina del Cristo del Consuelo, suburbio porteño, y como nunca se preguntó: “¿Qué será de mis padres, esposa e hijos?”. De repente empezó a temblar, pensó que eran convulsiones por el consumo y que iba a morir.

“Fue la Palabra de Dios cumplida, que dice que ante la presencia del Señor tiembla la tierra. Entonces escuché una voz que sale de una nube (tipo neblina), que estaba sobre mí y dice: ¿Qué estás haciendo con tu esposa e hijos?, pensé que enloquecía por la droga, pero me acordé lo que mi esposa cristiana me repetía: ‘Cuando algo te pase, pide misericordia’. Yo le dije: ‘Señor, si eres Tú, ten misericordia de mí y sácame de esta mala vida’”, rememora.

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Antes se juntaban en combates con bandas y policías, ahora predican el amor de Cristo.cortesía

Y por eso Alfredo se identifica con el apóstol Pablo, que no fue a los discípulos ni a Jerusalén para conocer a Jesús, fue Él quien se le presentó. “No acudí a iglesia ni a pastores, Él me encontró”.

Desde entonces sirve apasionadamente a Cristo. Predica en cárceles, a sus excompañeros Latin Kings, quienes lo llaman para que ore por su barrio, aunque algunos le piden que regrese. Él les explica que es nueva criatura, que las cosas viejas pasaron. Asimismo evangeliza en centros de rehabilitación, en los cuales testifica que fue adicto y que Dios lo limpió.

Alfredo lleva 13 años como cristiano evangélico y 3 de pastor en el templo Restauración. Su ñaño suma 20 años en los caminos del Señor y 10 de pastorear su iglesia Renovación.

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En el caso de Juan, su esposa fue el instrumento para que conociera a Jesucristo. Ella estaba apartada del Evangelio y le vino una severa enfermedad renal que la postró en cama por dos meses. “El Todopoderoso la sana y se reconcilia con Él. Me invita a los cultos y yo no quería saber nada de los cristianos, pero fui a una cruzada y oigo: ‘Con amor eterno te he amado, yo te saqué de los confines de la tierra, conozco tu nombre y te he llamado como profeta’. Pasa una semana y vuelvo a escuchar lo mismo, pero en la ‘tele’. Estaba solo en mi cuarto y hago lo que nunca hice, llorar. A través de un programa grabado me tocó el Señor. Él ya tenía todo preparado”, sostiene.

Los hermanos dicen que para salir de la organización la muerte es la única forma de hacerlo, y que gracias a Jesús ellos han muerto, pero para su vieja vida. 

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Alfredo predica que estando en las cosas del mundo no lo mataron, ahora con Cristo menos. Seguirá trabajando para Él.cortesía

Su nueva arma, la invencible 66

Ambos enfatizan que ya no pertenecen a una pandilla, ahora son parte del pueblo de Dios, ya no usan recortadas como arma, sino la Biblia, que contiene 66 libros. “Nuestros tatuajes solo son evidencias del pasado, pero tenemos una marca mayor, la sangre de Cristo sobre nosotros y estamos sellados por el Espíritu Santo, ese es nuestro blindaje”, afirma el ex Inca.

Vivitos y agradecidos

Juan cuenta que la gente le decía que él estaba ‘curado’, que alguna brujería lo protegía, pues estuvo en incontables tiroteos y no tiene heridas de balas.

Con Alfredo pasó algo similar, pues en una ocasión le dispararon perdigones a quemarropa, pero todos los balines lograron extraerlos, menos uno que se alojó en su cabeza.

Con una radiografía vieron la ubicación de la munición, pero él no quiso operarse, pero al cambiar su vida, asegura que el proyectil lo desapareció Dios, así lo comprobó con otra radiografía. "Tenía miedo que mis pulmones y cerebro estuvieran atrofiados por tanta droga, pero Jesús no solo limpió mi alma, también mi cuerpo", dice con gozo.

Alcanzaron jerarquías: Juan fue el ‘duro’ de la seguridad de la organización y Alfredo se convirtió en Inca de territorio y tuvo más de 100 miembros a su servicio.

Alfredo no tuvo mayores combates con pandilleros, pues tenía gente que moría por él. Los enfrentamientos eran con la Policía, que lo perseguían por sus delitos. En dos ocasiones casi se lo lleva la ‘huesuda’.