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Fiestas de Quito: Celebraciones a ‘medio gas’
Pese a que hubo 353 eventos en la capital y sus alrededores, algunos vecinos dijeron que faltó más apoyo para organizar actividades y celebrar como se debe a la ciudad. Algunos mantuvieron las tradiciones en sus propios barrios, otros parecían pueblos fantasmas.
Las fiestas de Quito rebosaron de turistas, canelazos, desfiles y conciertos. Sin embargo, no fueron como lo esperaban algunos chullitas. Ellos dijeron que faltaron varios megaeventos que caracterizaban a estas festividades. Además, comentaron que la ‘sal quiteña’ se ha ido perdiendo con el pasar del tiempo.
Sin embargo, algunos vecinos capitalinos no dejaron que la tradición muera y se reunieron para celebrar los 488 años de fundación de la Carita de Dios como se debe.
Un grupo de moradores del barrio La Primavera, en el noroccidente de la ciudad, organizó una minicarrera de coches de madera luego de que el evento histórico que se realizaba desde hace más de 40 años, en los sectores de La Gasca, El Centro Histórico y San Juan, haya sido suspendido.
Esto causó indignación en los moradores porque la carrera en un inicio fue anunciada en la agenda de actividades que organizaba el Municipio.
Bryan Vergara fue uno de los mentores para retomar esta celebración. Reunió a las familias que por tradición solían correr en el evento extinto. “La intención es que las nuevas generaciones no pierdan la costumbre de los más viejitos”.
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Leer másUno de los niños del barrio, Cristóbal Betancourt, tuvo el honor de conducir un coche leyenda que tiene más de 25 años compitiendo por las calles empinadas de la capital.
Pertenece a la familia Toaza Vergara, pero la mayoría de sus miembros han migrado a otras partes del país. Sin embargo, los pocos que se quedaron guardan el vehículo adaptado como una reliquia y suelen prestar a algún chico del barrio para que aprenda del arte de manejar un coche de madera.
No hubo acolite
Joselyn Bentancourt, tía del pequeño piloto, comentó que a inicios de noviembre se enteraron que no se iba a realizar el evento tradicional en La Gasca y decidieron autogestionar su propio evento.
Vergara añadió que ellos fueron con oficios a las entidades públicas para pedir ayuda en la organización, logística y seguridad del evento pero, según él, “se hicieron los locos; lo único que conseguimos fue una banda musical que llegó tarde”. El vecino añadió que ellos mismos adaptaron las zonas seguras de la pista con retazos de neumáticos para que los pilotos no se lastimen cuando perdieran la dirección y se choquen.
Ni las instituciones de salud quisieron acolitar. Por eso Vergara acudió a una clínica privada del sector, la cual envió enfermeras por si hubiese algún herido.
Daniel Ayala, parte de la organización y padre de uno de pilotos, utilizó su motocicleta y ayudó como seguridad para abrir camino durante la competición. “Como tengo instalado el sonido de una sirena parecía que era un policía”, explicó.
Y así, el 3 de diciembre se dio la carrera en la que hubo dos categorías: niños y adultos, con cuatro competidores cada uno. El ganador de los más pequeños se llevó un incentivo económico mientras que el de los adultos obtuvo un reconocimiento simbólico.
La mañana del 5 de diciembre, los mismos competidores se reunieron en la cúspide de la calle Primavera, donde es la partida de la competición para demostrar a Diario EXTRA de qué están hechos.
Hicieron un pequeño arranque de exhibición y solo cubrieron un tramo de la ruta. Sin embargo, en esos casi 30 segundos hasta ‘se fueron de oreja’. Patricio Tituymata estaba sosteniendo a su nieto antes de partir. Escuchó mal la señal de partida y se le soltó la soga que mantenía frenado al coche. Este empezó a rodar y Tituymata fue detrás de este, se tropezó y cayó encima del piloto y una niña copiloto.
El hombre, se limpió los codos, se levantó, cargó a su nieto, le sobó con un poquito de babas su rodilla y riéndose dijo: “Esas son las tradiciones de las fiestas de Quito”.
Desde el Municipio explicaron que este tipo de eventos no se dieron porque han sido considerados como actividades de alto riesgo para los competidores y los espectadores. Además, señalaron que se deben cumplir con algunas exigencias como: seguros de vida y accidentes, guardianía privada, respuesta ambulatoria y colocar vallas en toda la pista.
Barrios apagados
Las chivas prendidas a todo volumen y algunos megaeventos como el retorno del QuitoFest y el concierto que realiza un medio local en la Tribuna del Sur congregaron a miles de personas que con un vaso de canelazo y con el fondo musical del Chullita Quiteño celebraron a la ciudad.
Sin embargo, muchos moradores se quedaron con las ganas de celebrar en su sector como lo hicieron desde que eran pequeños. Tal es el caso del famoso Macahalazo, fiesta popular que se realizaba en la intersección de las calles Machala y Vaca de Castro, en el norte de la capital.
La mañana del lunes, Ramiro Paredes y sus hijos se pegaron una bielas en un parque cercano y recordaban cómo eran las farras de antaño.
El hombre recordó que hace más de 30 años, en el Machalazo solían vender un trago llamado paico, que era similar a la ‘guanchaca’ y que formaba parte de la festividad del barrio. También rememoró, con nostalgia, que antes no había tanta violencia como hoy. “Había uno que otro ‘tromponsito’, pero no había tanta criminalidad”.
La vecina Tiana Herrera está de acuerdo con él. Ella agregó que la última vez que se dio el Machalazo, hace cuatro años, “asesinaron a un joven y lo encontraron debajo de la tarima”.
Estos problemas de inseguridad, según la moradora, han ocasionado que los habitantes o familias que han vivido por décadas en dicho sector migren a otros lados y así se extinga de a poco la tradición del barrio.
En barrios populosos como Solanda sí se realizaron algunos bailes populares, pero no como lo hacían antes. Priscila Sangoquiza señaló que en el famoso Solandazo hubo varios apuñalados y rotos la cabeza.
Por parte del Municipio de la capital se realizaron 263 eventos dentro de la ciudad y 90 en parroquias rurales en los que acogieron las tradiciones, música, danza, platos típicos y colores representativos de la celebración quiteña.
Además, hubo megaconciertos entre los que se destacaron el del Bicentenario celebrado el 5 de diciembre, en el que participó el artista urbano internacional Anuel AA.
La ‘sal quieteña’ perdió el sabor
La viveza capitalina para hablar o para compartir con amigos también se ha ido perdiendo, según varios quiteños que el lunes 5 de noviembre visitaron el Centro Histórico para compartir de ferias gastronómicas.
Al preguntarles sobre si se ha perdido la ‘sal quiteña’ que ha caracterizado a un chullita dicen que las nuevas generaciones la han olvidado.
Pablo Cando recordó que cuando era joven había mucha jerga para referirse a muchas cosas. “Por ejemplo, ‘mushpa’ era para calificar a alguien de descuidado. ‘Que cague de risa’ es otra expresión para mostrar demasiada felicidad”.
El ‘veci’ añadió que las nuevas generaciones han perdido esta forma de hablar por la tecnología y las nuevas modas que han aparecido. “Son más vulgares y no guardan respeto a los mayores”.