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El ‘glorioso’ agujero contra el COVID

Prostíbulo de Buena Fe reportó al COE que implementaría un hueco para tener sexo. Los 'Glory holes' ya existían, pero para prácticas sexuales anónimas

Glory hole Covid
Este 'Glory hole' está sobre una lámina transparente.Álex Lima

Hay 13 habitaciones. Todas tienen puertas de madera con luces de colores led que titilan alrededor de los marcos. Todas menos una, la número 1. En esa no hay puerta. En su lugar hay una lámina de acrílico transparente. En la mitad tiene un hueco, un cuadrado con filos negros. En ese cuarto tampoco hay luces, sino un riel con una larga cortina negra que cubre la abertura.

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No es la primera vez de Fernando en este prostíbulo, ubicado en la variante sur del cantón Buena Fe. Llegó a las 15:00 del jueves 1 de octubre, cuando le habían anunciado que abrirían. Falsa alarma. Ese día solo hubo un simulacro de bioseguridad.

Hace siete meses que no lo pisa. No ha cambiado, nota, salvo por el extraño reservado con el agujero en la puerta. Se sienta en una de las 21 mesas distribuidas en siete hileras de tres. Todas, a más de dos metros de distancia de cada una. Mira hacia el cuartito y ríe. “Entonces era verdad”, corrobora.

Le habían dicho que en ese lugar existía una forma de tener sexo a través de un orificio para cerciorarse de que haya el menor contacto físico y, por ende, menos contagios de COVID-19.

Jipson Figueroa, administrador del night club, le explicará, minutos después de su llegada, que se llama ‘Glory hole’, agujero glorioso, en español. El cliente introduce su órgano viril por el orificio y la trabajadora sexual acerca su entrepierna, sus manos o su boca.

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No es algo nuevo. Los ‘Glory holes’ existen desde hace años, décadas, siglos, quizá. Su origen no es claro, pero están en todo el mundo, en clubes sexuales, sex shops, hasta en baños públicos y de discotecas. Agujeros en paredes, puertas, muros para introducir el pene y que alguien, voluntario o por dinero, les dé placer de forma anónima. Aunque empezó como una práctica homosexual, actualmente lo utiliza quien quiera sentir el morbo de tener sexo sin saber quién está del otro lado.

Pero en este chongo de Buena Fe lo instalaron exclusivamente para evitar los contagios del virus que cerró las puertas de los nueve prostíbulos que funcionan de manera legal en este cantón de la provincia de Los Ríos. Stalin Toapanta, su dueño, asegura que es el primero en la zona que lo implementa. Se inspiró en lo que están haciendo en algunos lugares de Europa, donde reside, para evitar el coronavirus.

María Zambrano, del COE cantonal, precisó que todas las trabajadoras sexuales tienen la obligación de laborar con el cabello recogido, mascarilla y un visor.

De hecho, en julio pasado, los medios de comunicación canadienses replicaban en sus titulares que los funcionarios de salud de ese país sugerían el uso de ‘Glory holes’ para evitar contagios. Toapanta lo recomienda para sus clientes mayores o más asustadizos.

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Por seguridad

En este burdel, el concepto inicial varía. En este hoyo no hay anonimato, porque la puerta es transparente, a diferencia de los habituales, cuya superficie es opaca. Incluso, el espacio es tan amplio que, además del pene, caben las manos, el trasero, el pecho, la cabeza. Aquí no existe el fetiche de no saber quién está del otro lado.

Los movimientos de Laura se ven nítidos a través del plástico. Está bailando a ritmo de reguetón. Apenas la cubre un trozo de tela blanca, a modo de falda, y el top diminuto de un bikini floreado. Detrás de ella está un colchón plástico sobre una base de cemento, un velador y un baño.

Fernando se acerca, ella lo provoca y le invita a ‘practicar’. Si quisiera sus servicios sexuales tendría que desembolsar 10 dólares. El precio es el mismo en todas las habitaciones. El ‘Glory hole’ es una opción para quienes no estén dispuestos a asumir ningún riesgo de contagio.

Ese jueves aún no estaba permitida la reapertura de ningún night club en Buena Fe, pospuesta para el sábado 3 de octubre de 2020.

Fernando se limitaba a mirar a las 10 chicas que acudieron al lugar para realizar un simulacro y corroborar que todas las normas de bioseguridad que implementaron se cumplan. “Mi pana, colóquese bien la mascarilla”, le advertía Jipson, a través de un micrófono.

Aunque el trabajo de Marcela es tener sexo, le hace señas al administrador cuando alguien se quita la mascarilla. No quiere que vuelvan a cerrar. Ella, a diferencia de muchas de sus colegas, trabajó limpiando casas. No se aventuró a la clandestinidad que reinó en muchas ciudades durante la pandemia.

El proceso es similar a los protocolos que ya se cumplen en la mayoría de negocios. Hay que lavarse las manos antes de ingresar, tomarse la temperatura y no quitarse la mascarilla más que para beber. En estos prostíbulos sí habrá expendio de bebidas alcohólicas, pero con limitaciones. Desde las 14:00 hasta las 00:00 los clientes podrán ingresar, pero no pueden embriagarse.

La tarea es complicada, replica Guillermo, otro usuario que ha llegado a curiosear, luego de que la Zona Rosa, donde hay otros cuatro prostíbulos, volviera a tener movimiento.

Toapanta cuenta que, dependiendo de la demanda, piensa implementar más ‘Glory holes’. Su colega Raúl Pacheco, dueño de otro prostíbulo en la zona de tolerancia, duda de que esa demanda suba.

Glory hole Covid
En el Museo del Sexo, en Nueva York, se exponen modelos de 'Glory holes'.Tomado de internet

“Eso se ve más en otros países, aquí en Ecuador, no creo. En otros lados porque se gana más plata. Además, no creo que las mujeres estén dispuestas a eso”, deduce. Le da dos o tres semanas a la novedad y, luego, los clientes sexuales preferirán el encuentro cotidiano.

En su negocio también hay 13 habitaciones, tenía un aforo de 200 personas, pero ahora solo está dejando ingresar a 50. Durante la inauguración, algunos se fueron molestos porque no les permitieron el ingreso cuando las mesas estuvieron llenas.

María Zambrano, miembro del Comité de Operaciones Especiales (COE) del cantón, cree en cambio que el ‘Glory hole’ es una buena alternativa para que los prostíbulos se vuelvan a reactivar. Pero el burdel de Toapanta es el único que les ha reportado sobre esta modalidad a las autoridades cantonales.

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Pero han dispuesto otras alternativas, detalla Zambrano. Para garantizar que no haya un rebrote, los dueños de los prostíbulos deberán realizar pruebas rápidas a todas las trabajadoras sexuales una vez por semana.

Funcionarios del COE realizarán operativos para corroborar que esto se cumpla, además de las otras medidas estandarizadas que aplican a todos los locales con afluencia de personas. “Se les hizo firmar unas actas para que cumplan con los compromisos adquiridos. Si no lo hacen, se establecerán sanciones hasta clausuras”, dijo.

Para la manabita Mariana, esta es su primera vez en Buena Fe. Aún no sabe cómo exactamente usará el ‘Glory hole’, pero si eso le garantiza que no se contagiará del virus, es capaz de aprender de todo para dar más placer y encerrarse en esa habitación de puerta transparente.

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Las habitaciones regulares serán sanitizadas luego de cada encuentro sexual, según el dueño.Álex Lima