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Diario Extra Ecuador

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Jóvenes de un barrio dan ejemplo de aseo en Guayaquil

Unos 20 jóvenes se cansaron de ver tanta basura en su sector y se unieron para hacer sencillas obras que han dado gran resultado. Ya nadie bota desperdicios fuera del horario en que pasa el recolector.

Franklin Mendoza, de 75 años, se ha unido a la tarea de ayudar a los chicos del barrio a mejorar el sector.

Franklin Mendoza, de 75 años, se ha unido a la tarea de ayudar a los chicos del barrio a mejorar el sector.Vicente Tagle / EXTRA

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Se cansaron de ir a comer encebollado y que el olor nauseabundo les dañara la comida. Se cansaron de ver cómo los chamberos, los hacheritos y hasta los propios vecinos botaban basura a todas horas. Se cansaron también de que el recolector pasaba, dejaba todo limpio y a los 5 minutos ya había desperdicios acumulados.

A los desaseados, poco o nada les importaban las multas, que van desde leves, $78.80, hasta muy graves, $492.50, por incumplimiento a la Ordenanza Municipal que norma el manejo de los desechos sólidos. Nunca se supo en el sector de alguien que haya sido sancionado por ello.

Por eso, los peloteros del barrio, los muchachos que noche por noche suelen salir a hacer deporte, dijeron basta. Y decidieron actuar. Por un momento dejaron la pelota a un lado y tomaron martillos, picos, taladros, escoba y llantas viejas para cambiarle la cara al barrio.

Un acuerdo para no botar basura

Dos semanas después de haber iniciado esta tarea, sobre la base de esfuerzo propio (empezaron recolectando 2 o 3 dólares entre cada uno de los casi 20 muchachos de la ‘zona’), los chicos de la 11 entre Domingo Savio y 4 de Noviembre, al suroeste de Guayaquil, pueden darse por satisfechos.

“Con claridad alguna, se puede decir que la calle está libre de basura”, asegura Hugo Robles, el dueño del local de encebollados y quien se unió a esta iniciativa, cansado, al igual que los chicos, de tanta basura. Él ya había tenido algunos problemas con quienes botaban basura, pero, a veces como llegaban dos o más personas a dejar sus desperdicios, “me exponía a los insultos e incluso me amenazaban”.

Carlos Castro, de 28 años y uno de los miembros de la Asociación La 11 -nombre que han adoptado-, cuenta que el mal olor y el aspecto de ser un barrio sucio “era ya insoportable, pasaba el recolector y ni bien daba la vuelta alguien ya había botado basura en la esquina”.

Pero el resultado de su acción fue inmediato. Al día siguiente de que hicieron la primera limpieza ya dejaron de botar desperdicios a lo largo del parterre. Incluso llegó un inspector de Puerto Limpio a hablar con ellos y se acordó que el camión de la noche pase entre las 20:00 y 21:00 y que todos los vecinos dejen las fundas de sus desperdicios en la calle, pero frente a sus casas. Y así se está haciendo.

Esperan ayuda municipal

Mientras continúan con sus esfuerzos, los chicos esperan que el Municipio de Guayaquil, a través de su departamento de Obras Públicas, pueda ayudarlos para poder mejorar la zona con iluminación adecuada y cámaras de seguridad.

Hasta tanto, para adornar la zona han utilizado llantas viejas y están colocando diversas plantas decorativas. Roberto Silva, de 19 años, es el encargado de hacer de esos neumáticos unos decorativos maceteros, mientras que otros como Jairo Salas y Óscar Rosales, ambos de 20 años, se dedican a pintar de celeste y blanco los bordillos del parterre, para estar acordes con la fiesta de Guayaquil.

En los trabajos, grandes y chicos meten mano a la obra. Así lo demuestran Franklin Mendoza y Aaron Salas, entre quienes hay una brecha generacional bastante amplia, pero un puente de solidaridad y colaboración ciudadana que los une. Mendoza, de 75 años, es uno de los que le da ‘vida’ y decora los maceteros de neumáticos, para que luzcan mejores, mientras que Salas, de 14, ayuda en la pintada de los bordillos del parterre.

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